A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


martes, 8 de septiembre de 2020

MIS QUERIDOS NIÑOS

D

¡CÓMO OS QUIERO, MIS NIÑOS!


DIARIO CÓRDOBA / OPINIÓN 
MIS QUERIDOS NIÑOS 
ISABEL AGÜERA. 
Mis queridos niños una sencilla carta para vosotros que sois los protagonistas desde hace tiempo del ir y venir de políticos y padres, y ¿sabéis por qué? Creo que sí, pero os explico. Estamos pasando en el mundo una enfermedad que se contagia, “que se pega” muchísimo. Se llama Covid -19. ¿A que parece nombre de nombre de perro? Pues tan solo es un bichito muy malo. Un microbio que no vemos y que se llama virus y que cuando consigue entrar por alguna de nuestras puertecitas del cuerpo, boca, nariz u ojos se mete en nuestras células que son la unidad más pequeña que puede vivir por sí sola y que forma todos los organismos vivos y los tejidos del cuerpo. El muy canalla y cobarde del virus se protege escondido en nuestras células infectándolas para que se contagien todas porque además de cobarde es incapaz de hacerlo solo y se le presenta tres problemas 1º, ¿cómo reproducirse, crear más virus dentro de nuestras células. 2º ¿cómo extenderse, multiplicarse. 3ª ¿cómo defenderse para no ser eliminado por nuestras defensas que las tenemos como ejército que nos defiende, y ahí se establece una especie de lucha que hoy por hoy ganan los virus hasta que le mandemos más refuerzos que serán las vacunas que estarán pronto preparadas. ¿Habéis entendido esto? Pues vamos a lucha contra ellos, ayudando a nuestro ejército de defensas. ¿Cómo? Cerrando bien nuestras puertecitas de entrada con mascarillas, lavándonos mucho las manos por si se nos ha pegado el virus que es muy pegajoso, llevando un botecito en la cartera de ese líquido que los mata y debéis echaros de vez en cuando. Por favor no os toquéis las puertecitas; es muy peligroso, tanto que si de mí dependiera no ibais al colegio hasta que no haya pasado el peligro. Os quiero mucho y quiero a vuestros maestros y vais a sufrir una mala experiencia porque en esta sinrazón vivismos: organismos cerrados, papeleo telemático etc. y niños en pelotón a las aulas, nada de consultas médicas presenciales, pero niños a la escuela. Que Dios os proteja, mis niños que se me parte el alma cuando os veo con vuestras mascarillas y las manos preparadas para el milagroso líquido y cuando pienso en vuestros maestros tan entregados y tan expuestos. Muchos besos y si de mi dependiera, aplazaría las clases hasta que pase este gran peligro en el que vivimos.

miércoles, 1 de julio de 2020

RUEGO DEL ADOLESCENTE

Buenos días: Hace unos días, me comentaba una amiga que su hijo adolescente no habla, que se pasa el día encerrado y no quiere salir.
A lo largo de mi vida he tenido que relacionarme con muchos adolescentes silenciosos, indiferentes como si nada fuera con ellos, cosas que suele exasperar a los padres
Hoy, desde la piel de un adolescente, os hablo, porque creo que, a veces, creemos que son “bichos” raros, pero en realidad son los grandes desconocidos para  padres y maestros.

 
  


MI NUEVA OBRA PARA MAESTROS, PADRES Y ABUELOS. 
- EDICIONES ALGORFA

Mamá, ¿estás ahí? Sí, te oigo “cacharrear” en la cocina, y oigo  tus pasos de acá para allá en incesante trasiego y oigo también  el motor del coche de papá que llega, cansado como tú, siempre buscando y queriendo lo mejor para mí y mis hermanos. No sé qué deciros. ¿Puede ser que me haya nacido una voz sin palabras todavía? Ahora he dejado de ser el niño juguetón, cariñoso y divertido. Me he convertido en   miedo, inseguridad, vergüenza, deseo... A veces, papá, quisiera ser aquel niño que se enganchaba a tu cuello y te comía a besos, y quisiera, mamá, seguir siendo el pequeño que se dormía en tus brazos entre mimos y caricias, pero... 
 ¿Puede ser que me hayan nacido  caminos  sin pasos todavía?
Un extraño sentimiento de vergüenza, un incomprensible pudor parece empeñado en distanciarme de vosotros. El papel de niño ya no me gusta. El papel de hijo silencioso y sumiso se me queda pequeño. Los consejos que me dais me parecen no estar hechos a mi medida. Quiero que alguien me escuche, cuando hablo, quiero que mis cosas sirvan para algo, quiero que alguien confíe en mí y deje de llamarme niño. Quiero asistir a  clase para discutirla, aceptarla, rechazarla, cambiarla…  Ya no quiero ir por la calle para admirarme de lo que pasa por ella, sino para gritar que nada me causa admiración.
¿Puede ser que me haya nacido   una mente sin rumbo todavía para conocerme?
¿Puede ser que me haya nacido una persona rebelde, protestona, gritona, disconforme, incrédula sin norma, una persona  desconocida que tenga  que educar?
Quiero, no obstante, deciros que os necesito, que os quiero más que a nada y a nadie del mundo, y quiero daros las gracias por soportar las estridencias de mis músicas que necesito porque con ellas ahogo las mil interrogantes que brotan en mi alma en los instantes: ¿Quién soy...? ¿De dónde vengo...? ¿A dónde voy...? No me gusta que me llamen niño; tampoco que se rían de mi voz,  de mi incipiente rasgos visibles de que voy camino de hombre pero no lo soy todavía. ¿Qué soy?
Quiero daros las gracias por autorizarme la puerta cerrada, conscientes de mi presencia real.  Calláis, me comprendéis, me acompañáis...  Y yo, sin poderlo evitar,   ausente, agresivo,  mudo… ¿Estoy o lo parezco? ¡Ah...! una cosa quiero pediros y, por Dios, no la olvidéis:  aunque os parezca mi paso ligero y alegre mi canción, ¡no puedo con la mochila llena a rebosar de tantas cosas…! 
¡Cuánto pesa! ¡Una mano, por favor, mamá, papá! Tan solo eso: una mano para encauzar y soportar  mis nuevos nacimientos nacimientos. Os quiero, os necesito; no me dejéis, pero vuestra caña de pescar no me sirve; enseñadme, con paciencia, por favor, a manejar la mía.


viernes, 26 de junio de 2020

DÍA DE CAMPO

   
MIS NIETOS Y NIETAS TRABAJAN EN LABORES DE LIMPIEZA DE CAMPO



martes, 9 de junio de 2020

Carta a mi nieto Javier



Mi querido Javier: Como sueles decir y en la lectura de esta obra, la abuela se enrolla con todo lo que os preocupa, interesa, gusta o disgusta.
Hace un frío que pela. Son las seis de la mañana. Ya sé que tú duermes como un lirón, olvidado de tus precoces preocupaciones que se tornan preguntas y más preguntas.
Digo siempre, y es cierto, que mi Javier, tú mi precioso nieto de once años, andas por el mundo con una mano alzada o lo que es igual: pidiendo siempre la palabra, porque siempre tienes algo que decir, algo, que preguntar.
Esta tarde, cuando viniste a traerme unas torrijas que había hecho tu madre, te asomaste a mi terraza y de pronto exclamaste:
-¡Abuela! En el semáforo hay parado un coche de muertos.
-Sí, pasan todos los días. Van a la iglesia.
Te quedaste pensando unos minutos y después exclamaste:
-¿Y por qué no le dejan pasar como a los bomberos, a la policía…?
-Es vedad –te interrumpí-. Igual que tú pienso yo.
Acercándote a mí que tecleaba en el ordenador, me abordaste sin más:
-¿Y qué es la vida, abuela? Porque, para morirse, mejor no vivir.
-La vida –te contesté son muchas cosas: el aire, el sol, la lluvia, la alegría, papá y mamá, los hermanos, la gente, el cole.., pero la vida se gasta…
-Abuela –me interrumpiste-, ¿y por qué se gasta la vida? Con la vida no se borra, ni se saca punta, ni…
-¡Ja,ja,ja! ¡Qué lindo eres y cuánto te quiero! –exclamé-. Todas las cosas se gastan -traté de explicarte. ¿No ves cómo se gastan las pilas de tus juguetes? ¿No ves cómo se gasta la suela de tus zapatos? ¿No ves cómo se gastan los lápices y las gomas...?
-¡Ah…! –exclamaste no muy convencido-. Pero, ¿nos vamos al cielo sí o no? ¿Por qué los muertos están con los ojos cerrados? Yo, aunque esté muy gastado, quiero estar con los ojos abiertos siempre. Con los ojos cerrados o me duermo o me aburro.
-¡Bueno, bueno, que sabio eres! También yo me aburro si cierro los ojos y, aunque  ahora no lo entiendas, quiero decirte que es demasiada la gente que vive, gran parte de su existencia, con los ojos cerrados, evadiendo responsabilidades y compromisos. Dejan de ver la luz y poco a poco, pierden el maravilloso sentido de la vista; se transforman en topos. Tú, mi pequeño Javier, eres vida y tendrás que descubrir por ti mismo todos los misterios que entraña el vivir, pero no te olvides nunca de que fuiste niño.
-Eso es verdad, abuela, porque mi seño  no ve nada más que lo que le interesa. Me voy que es tarde.
                            ………………………………………………….

Las palabras de mi nieto no me caen en bolsillos rotos. Por eso quiero dedicarles a todos, esta carta.
Vísperas de Navidad. Nada mejor para relajar tensiones y ambientarnos en el auténtico y entrañable sentido de estas fiestas que las palabras textuales de un pequeño de once años que empieza a caer en la cuenta de que la  vida se gasta, la gente se muere… 
Hasta aquí parte de la  conversación con mi nieto Javier, pero hoy -años ya-, que ya empiezan a entender, quiero añadir algo que, como el arcaduz de una noria pequeñita, me da vueltas por el alma y me va regando con la más fresca y limpia de las aguas: la del amor.
La vida, mis querido nietos, de cada uno es como un río que con su propia corriente camina y crece hacia el mar. No obstante, quiero legaros mi reto de cada amanecer, las claras deducciones que en este imparable viaje se han ido escribiendo en la blanca pancarta de mis días. Puede que tan sólo sean  algo así como pequeñas olas que acaricien la reseca piel de  lo que serán vuestros  largos pasos, pero me vale la pena el esfuerzo, si logro alcanzar, al  inmenso océano que es vuestra presencia en el mundo.
La vida, mis preciosos nietos, es una página en blanco que se nos entrega  en el instante mismo de nuestro nacimiento.
Hasta el día que somos capaces de pensar y decidir, son los demás los que escriben en  ella, pero llega un momento, puede suceder, o que cojamos la pluma y  nos convirtamos en protagonistas, lo cual nos será, contradictoriamente fuente de gratificación y dolor, o dejados llevar por la comodidad, aceptemos la letras que los demás sigan imprimiéndonos al ritmo de nuestros pasos. Esta actitud, antes o después, nos exigirá estampar una firma de autenticidad que nos podremos ratificar con la consiguiente frustración.
Pero también la vida es un cúmulo  de conveniencias: yo te doy; tú me das. En la vida todo se puede vender, cambiar o comprar.
Pero la mayor tranquilidad de conciencia os vendrá dada por el riesgo corrido en servir, en regalar, en amar sin precio.
No importa que nuestro nombre quede fuera de esas inútiles urnas que sirven al poderoso para recontar y regodearse con la fidelidad de sus incondicionales satélites y otorgarles la recompensa que ansían: ser considerados, tenidos en cuenta…
Pero esas  urnas sólo son un cajón de mentiras; mejor no estar en ellas.
Finalmente os digo: la vida es un camino por recorrer. En él encontraréis de todo, pero jamás caigáis en la tentación de inmovilizaros  en punto alguno por blanco o negro que sea.
Continuad siempre hacia delante sin mirar para atrás porque una luz que se apaga no volverá  a lucir por mucho que nos duela. Podemos, eso sí, guiados por su rastro, colgar una nueva en el horizonte de nuestros pasos. Y no os perdáis lo sucesivo que siempre será sorprendente, y sobre todo no dejéis de marcar huellas que sirvan de guía a otros caminantes.
¡Adelante, mis niños! Sois personajes de excepción  de este provisional escenario que es la vida. Representad,  con la mayor perfección posible, vuestro papel, porque en ello encontraréis la recompensa. Nacimos con un proyecto debajo del brazo: colaborar a que este nuevo Día sea como un  luminoso  arco iris que, de extremo a extremo del universo, luzca fecundo para todos los seres humanos.
No hay tiempo que perder. Somos criaturas en cuyas miradas asoma el alba; somos corazón y vida por donde fluye el maravilloso ocaso de cada atardecer.
Somos himno que entona sueños, mientras tejemos el sutil relámpago que cruza el cielo y lo ilumina en blanca vorágine de altura.
Somos belleza y amor.
Somos, y ahí radica el milagro, solitario bosque de felicidad.
¡Ojala un día, pronto, ya, estéis listos para ir tomando el pulso a la vida y grabando en el tapiz  inmaculado de los momentos,  la sinfonía de vuestras  maduras realidades! Será, sin duda, la mejor herencia que os pueda  legar, con la que podréis arribar al mar, crecido y en paz.
Y el cuco de mi reloj me da de nuevo la hora. La una en punto. Apago el ordenador, me asomo a la terraza y, como cada noche, mi sencillo deseo que viene a ser mi mejor oración: Que haya paz y amor en el mundo y que todos los niños tengan felices sueños.

viernes, 5 de junio de 2020

JUGANDO CON LA LUNA


Para mis nietos y nietas en una noche de luna y cielos precioso






martes, 28 de abril de 2020

VOLAR SIN ALAS: A MIS NIETOS/AS

 MIS QUERIDOS  NIETOSY NIETAS: SÉ QUE  ENTENDERÉIS ESTA HISTORIA QUE ALGUNOS YA CONOCÉIS., PERO QUE HOY NOS SIRVE DE REFLEXIÓN.

DIARIO CÓRDOBA / OPINÓN
VOLAR SIN ALAS
ISABEL AGÜERA
Desde hace ya días, cuando por teléfono hablo con amigos, coincidimos que no vemos la tele ni queremos saber nada más que lo necesario de la pandemia porque ya es bastante con estar encerrados para además ser bombardeados por opiniones variopintas y contradictorias muchas veces y no solo opiniones sino imágenes que nos revuelven el estómago en los telediarios. Por eso yo hoy he pensado que me voy a alejar y voy a contar una historia mágica que nos haga soñar, lejos de terroríficas pesadillas. Esto era una espléndido mañana de primero de marzo. Aquel día, en la sierra, justo a mis pies, cayó muerta una mirla.
Apuntaban los verdes por la primavera y olores nuevos se habían entronizado en el aire y como aleluya glorioso solemne, bandadas de pájaros emigrantes cruzaban los cielos. Cazadores furtivos, dispararon a la mirla, bello elemento de aquel paisaje que, como punto negro sobre el limpio cielo, revoloteaba en los alrededores de mi parcela que en afanes de vida, iba haciendo su nido. Unas lágrimas brotaron de mis ojos, y mis manos reverentes fueron caricia para aquel lúgubre evento que me palpitaba con rabia. Bandadas de palomos surcaban los cielos en arrullos de amores y en el silencio de las horas y en la soledad del lugar.
Atardecía, cuando regresé a la ciudad. Tráfico, gente, campanas...vida. En mi bolsillo, un par de alas negras, mágico tesoro que deseaba enarbolar para siempre como glorioso himno a la libertad.
Al rescoldo de mis sueños, junto a mi almohada, en luminoso y lacrado sobre negro: las alas de la madre mirla.
Una noche, cuando ya el sueño había hecho presa en mis ojos, me despertó un extraño aleteo. El sobre negro, arrebatado de mi mesita de noche por un súbito viento, y en vaporoso zigzag, revoloteaba por la ventana, al tiempo que la sombra fulgurante de un pájaro negro se alzaba, sin alas, en palpitantes vuelos y se perdía en la espesura de la noche.

Una maldita pandemia nos ha cortado las alas, pero no la libertad. El famoso autor del Principito dice: Solo se que hay una libertad: la del pensamiento. Y esa nadie  nos la puede cortar, luego  volveremos a volar.


miércoles, 15 de abril de 2020

Ilusión, queridos nietos


MIS QUERIDOS NIETOS: 

Un artículo más para que aprendáis a encontrar ilusión en cualquier circunstancia,  ya que de lo contrario, la vida sería como un eletroencefalograma plano. 

MIRAR Y VER
ILUSIÓN: ETIQUETA DEL AÑO
ISABEL AG­ÜERA
Una ilusión eterna, o que por lo menos renazca en el alma de vez en cuando, no sólo está muy cerca de la realidad, sino que sin esa realidad no se puede vivir y en estos días que estamos viviendo en los que parecen haber  muerto las ganas, las ilusiones y casi la vida, caigo en la cuenta  de que no son las fiestas, los regalos, las explosivas alegrías las que provocan bellos e ilusionantes días  a los seres humanos. No, a pesar de la tremenda desgana de vivir que tal vez no invada cuando nuestras calles están desiertas, cuando no podemos pasear por un jardín o salir al campo o ir de compras y parece que estamos soñando en un planeta muerto,  nos queda viva la imaginación, las ganas de comer, de ver la tele..., estamos vivos, luego  tenemos capacidad para renacer alguna pequeña ilusión  que inventemos y hagamos realidad. Y sí,  hay que poblar la vida de ilusiones. Hoy estoy convencida de que los sueños,  casi siempre, hay que crearlos. La vida es un zigzag  de altos y bajos que nos vapulean de un momento a otro sin intermedios. El almanaque se eclipsó un día de marzo y allí sigue como si el tiempo, los días, tocados por el hada mala  hubiesen quedado dormidos, pero esta paralización de todo no debe poder con nosotros. ¡Que no, que no debe asustarnos este fantasma del virus que parece querer devorarnos en fechas, como la Semana Santa pasada, como ferias y fiestas.    Hagámonos felices, considerando que la ilusión procede de un manantial interior del que podemos beber siempre. Si lo ignoramos, llegará a ser pozo seco, montón de ruinas. Un pequeño esfuerzo, amigos: ¡Mirad al cielo y comprobad que ahí siguen las estrellas, juguetes eternos de nuestros ilusionados sueños!  Nos toca transmitirlos, pero si nos perdemos en nuestras ya manidos recuerdos, estaremos haciendo de las ilusiones más jóvenes, flores marchitas. Ahora que todo se etiqueta, expreso la mía favorita para este tiempo   y no solo para mí sino para el mundo entero, en una sola palabra: ilusión.



 Sed felices y no perdáis  nunca esa  sonrisa tan linda  de cuando eráis  bebés