A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


domingo, 13 de diciembre de 2015

Cuento de Navidad 1

Mis queridos nietos y nietas: estos día os voy a ir recordando cuentos, que están en mis libros y que escribí pensando en vosotros y en todos los niños del mundo. Así que leed y pensad un poquito  en el verdadero sentido de la Navidad bueno es otro que solidaridad y amor con los que más lo necesitan. Os quiero mucho la abuela.

ILEGALES Y NAVIDAD
Aconteció en estos días que se promulgó una ley de extranjería por la que los sin papeles tendrían un plazo entre siete y treinta días para retornar voluntariamente a su país de origen. Un matrimonio de extranjeros, José y María, que estaba en avanzado estado de gestación, llegados en patera, buscaban trabajo en España, pero no encontraban nada porque la gente nada más verlos, repetían: no, no tenemos nada. Volved a vuestra tierra y dejar de andar robando y pidiendo.  

Así caminaban sin rumbo en la noche José y María. Encontraron refugio en una chabola abandonada a las afueras de una gran ciudad. Sucedió que el segundo día de pernotar en aquel lugar una grúa municipal los desahució, dejándolos a la intemperie una noche muy fría de un veinticuatro de diciembre del año dos mil quince. Abrazados, y sin saber dónde refugiarse, retomaron el camino. 
Repentinamente se vieron obligados a detenerse y buscar nuevo refugio ya que María presentaba síntomas de eminente alumbramiento. José, divisó a lo lejos los arcos de un centenario puentecillo. ¡Allí, María –exclamó-, allí podrá nacer nuestro hijo! Buscaré pasto, buscaré leños, encenderé el fuego y esperaremos a nuestro hijo. 

Y José, extendió el pasto, lo cubrió con su vieja chaqueta y el niño nació. María, lo recubrió con su propia ropa y lo recostó en el cálido montón de pacto, junto al fuego preparado por José. 
Aquella madrugada, trabajadores de una fábrica cercana, al cambiar de turno, los encontraron y compadecidos le ofrecieron lo poco que llevaban: se despojaron de algunas de sus ropas, les dieron parte de sus bocadillos y prometieron dar cuenta a los Servicios Sociales para que les ayudasen. También un grupo de chicos jóvenes que salían de una discoteca, se detuvieron al verlos y cantaron y bailaron para acompañarlos:

¡Ande, ande, ande este chiquitín

que no tiene cuna y ha nacido aquí
!
No llores, mi niño. Vamos a cantar, 
vamos a bailar
que hoy es noche buena 
y mañana Navidad.  

Al día siguiente, se personaron en el lugar tres mujeres provistas de todo lo necesario para atender al niño y darles cobijo durante el tiempo preciso para que retomaran camino a su país. A  coro   aquellas mujeres repitieron:  
La patria no es propiedad heredada con papeles, sino cielo, dicha y dolor de todos.



Y  PARA QUE OS VEÁIS Y RECORDÉIS OTRAS NAVIDADES, 
OS IRÉ PONIOENDO FOTOS DE CADA AÑO