A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


sábado, 19 de diciembre de 2015

Se aproxima la Navidad

Mis queridos nietos y nietas: Se aproxima la Navidad, la Noche Vieja y Reyes, fiestas que siempre  me gustaron más que ningunas por ser, al menos para nosotros, fiestas de convivencias familiares que tanto celebramos  todos pero, más especialmente   vosotros que, como todos los niños os sentís felices rodeados de titos, primos y posiblemente de abuelos. Por eso, hoy os quiero recomendar algunas cositas de cara a los abuelos y abuelas que tanta nostalgia y recuerdos les provocan estas fiestas y que sin embargo, callan, sonríen y obsequian a todos de la mejor manera que pueden.  
Bueno, pues si tenéis la dicha de compartir comidas y convivencia con ellos, no olvidéis estas recomendaciones que os dejo aquí y que, por supuesto, son válidas no solo para unos días y para vuestros abuelos, sino para todos los mayores   y siempre
Cuando, por ejemplo, vuestros abuelos siempre, pero en especial estos días, vayan a vuestras casas a comer o sencillamente a estar un rato recibidlos con alegría y no os quedéis sentados, mirando, por ejemplo, a la tele o al móvil como si no hubiese llegado nadie. Salidle al paso, dadle un beso, cededle el sitio que pueda serles más cómodo, anticipaos a sus necesidades, preguntadle alguna cosilla que les dé oportunidad de hablar y se olviden de sus años y ausencias,  que serán muchas.
¡Ni se os ocurra llamarles antiguos si inician algún tema relacionado con el pasado. Escuchadlos con atención porque en su “mochila” pesa mucho más pasado que futuro. También en la vuestra de hoy pesa ya el antiguo de ayer.     
Si los abuelos comen o conviven en familia, atendedlos de forma que se sientan unos más, pero con la delicadeza que les haga a un tiempo sentirse también queridos, deseados, considerados y hasta celebrados.
¿Qué como se hace eso? El amor, solo el amor, hacia ellos os dictará el cómo. ¿Acaso necesitáis que se os diga cómo comportaos con ese chico o chica  que tanto os gusta y por el que ya sentís algo más que amistad? Los abuelos y abuelas, por lo general, han perdido con el paso de los años, oído, vista, memoria y muchas más cosas. Así que no le habléis a gritos, ni le digáis, estás sordo, estás ciego, estás empanado, etc. Bastante tienen con sus problemas y limitaciones para que alguien se los resalte y recuerde.
No llaméis nunca viejos a los abuelos por muchos años y achaques que tengan. Vieja puede ser, por ejemplo, una mesa o una silla porque ya no sirva y haya que sustituirlas, pero las personas no son sustituibles y mientras vivimos, nos queda algo por hacer, aunque tan solo sea testimonio para recordar a los jóvenes aquello de… como te ves, me vi; como me ves, te verás…
Si los abuelos os recomiendan algo, puede que sus palabras os resulten torpes, puede que no os gusten o que no os sirvan, pero podéis estar seguros de que las palabras que salen siempre de sus labios son las  mejores palabras que tienen, impregnadas del mayor amor posible.
 Si los abuelos o alguno de ellos viven por necesidad de cualquier orden en vuestra casa, pensad que no solo precisan un plato y una cama,  necesitan, sobre todo, su espacio por pequeño que sea y, a veces, más que espacio físico, se trata de un respeto absoluto a sus silencios, siestecitas, a sus programas de tele, a su tiempo en el lavabo e incluso respeto a sus pequeñas manías.
Borrad, borrad, para siempre de vuestros labios, esas horribles palabras que  suelen usar los jóvenes, cuando los padres, los abuelos les preguntan algo que no  les gusta: ¡que me dejes! Si no queréis hablad de ello, sonreíd y callad que ya es una buena contestación
Y, bueno, que lo dejo hoy, pero que no hemos terminado. Os espera estos días, especialmente, un buen chaparrón de consejitos.

 Besos, besos, muchos besos de esta abuela que se le queda la boca chica para deciros cuánto os quiere.  

Leyenda de la mulita y el buey

 Mis queridos nietos y nietas: otro cuento que un día escribí para  que mis alumnos representaran el el aula y que ahora os dedico para que entendáis cómo no hay edad para  servir y hacer el bien. os quiero muchísimo. 

Belén de plastilina  hecho por la tita Isa

Un hombre que en el campo trabajaba con una mula y un buey se ayudaba pero los dos animales, ancianitos ya estaban y las patas se le doblaban a cada paso que daban. Un día el hombre dijo: lo siento, amiguitos! No me servís ya para trabajar. Tendré que llevaros al matadero y algo por vosotros me darán. No tengo medios para viejecitos alimentar.
Y al ser de día, en la cuadra entró y antes de salir, de nuevo les habló: queridos animalitos: os debo mucho tengo que reconocer. Cada día me habéis ayudado en mi duro quehacer. Podréis por ello comprender qué difícil me resulta esta decisión pero no me queda otra; también sabéis que mal anda mi corazón. No puedo trabajar y solo quiero, necesito, otra solución,
Y dicho esto, a la mula y al buey en un carrito cargó y pasito a pasito a las cercanías de un pueblo llegó y sentándose en una piedra, se hizo esta reflexión: ¿Dos animales tan viejos quién me va a comprar? No sirven ni para carne, ni para trabajar. Será mejor que los deje en libertad, que hagan lo que puedan y Dios les ayudará.
Y bajándolos del carro de ellos se despidió. ¡Ea, aquí termina nuestra aventura! Tenéis plena libertad que habéis trabajado mucho y de ella debéis disfrutar. ¡Adiós, queridos amigos! Os deseo encontréis algo de felicidad.
Y anochecía, cuando el hombre se alejaba y los dos animalitos uno a otro se miraban. Al fin la mulita habló: ¿Y qué podemos hacer? Para nada servimos ya, tendremos que caminar y buscar un refugio donde la noche pasar. ¡Sí, sí, -dijo el buey- qué frío hace en este lugar! Pero, ¡qué cansado estoy! Muy lejos no podré llegar. ¡Ánimo, amigo! Despacito vamos a caminar y seguro que encontramos dónde la noche pasar -contestó la mulita.
Mal andaban los dos cuando, con la luna llena divisaron un portal. Era un abandonado cobertizo con paja y poco más. ¡Vaya! ¡No está mal este lugar y los dos juntitos nos daremos calor, y ya buscaremos mejor sitio cuando salga el sol –exclamó la mulita. ¡Vale, vale! .dijo el buey-. No está mal; me muero de sueño y mis patas no pueden más.
Y acurrucados y adormilados estaban cuando oyeron que un murmullo de pasos se acercaba. Con las orejas tiesas en alarma estaban ,cuando vieron llegar a un matrimonio que en borriquilla montaban y que despacito entre ellos hablaban.
-¿Qué te parece, María, este lugar?
-¡No está mal, José! En esta pajita nuestro niño nacerá Y estos dos animalitos / con su aliento calentarán.
¿Has oído, hermano, lo que he oído yo? –preguntó la mulita-.¡Sí, sí! Creo que he oído bien. Que un niño nacerá y que tú y yo con nuestro aliento vamos a calentar.
Y nació Jesús, nuestro Salvador. La mulita y el buey su aliento dieron y el portal se iluminó con estrellas caídas del cielo. Ángeles, pastores y Magos al Niño regalaron y la mulita y el buey, para siempre en el portal con Jesús, María y José para siempre se quedaron.
Ángeles y pastores cantaban: En el portal de Belén ha nacido el Salvador, ha nacido nuestro rey y lo calientan con su aliento la mulita y el buey. ¡Ande, ande, ande, ande, / la marimorena / ande ande, ande que es la Noche Buena. Y a coro todos repetían
Noche de saber / noche de cantar / que para ayudar / no existe la edad.