A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


martes, 24 de diciembre de 2013

Noche Buena con mis nietos/as



                                  ¡Qué cosa más linda de foto!

¡Ea, mis queridísimos nietos y nietas!  Esta noche sí es ya Noche Buena. ¿Tenéis preparado el cuaderno dónde todos escribamos al menos una frase? Por si acaso, llevaré yo uno con buen boli para que no haya excusas.
Seguro que esta mañana iréis de compras con vuestros padres que vivieron esa entrañable costumbre, cuando eran niños. Vividla a tope y sé conscientes de esos momentos felices  de familia  unida que se quiere.  Yo, entre tanto, prepararé los aguinaldos que este año con la crisis… ¡Bueno, no os preocupéis que los he recortado poco, muy poco!
Y unas palabras tan solo para que todos dediquemos un momento a recordar al abuelo Mariano que tanto le gustaban estas fiestas y que, era tan generoso, que la última Navidad que pasó con nosotros, muy enfermo  ya, ¡ni una palabra de tristeza! Al contrario, cantó, bailó, tiró  petardos y preparo “los platoss gordos” que era cómo llamábamos a la cena. Así que, siguiendo su ejemplo, nada de  penas ni recuerdos: a ser felices.
Y ahora unos consejitos para esa mesa de cena en la que todos nos vamos a sentar. ¿Vale?

SENTARSE A LA MESA
A la mesa hay que sentarse bien vestidos, limpios, peinados… Y esto no quiere decir que tengamos que estar incómodos, tensos, con ropas súper lujosas. ¡No, no, ni mucho menos! Mi padre, que tendré que citaros muchas veces, gran educador y excelente padre, antes de comer nos ponía en fila a los siete hermanos que somos para que le enseñáramos  manos y  uñas,  y si no estaban a su gusto nos remitía al lavabo una y otra vez.
Sentarse bien a la mesa  implica otras muchas cosas como saber usar debidamente los cubiertos, saber cortar la carne, comer el pan sin dar bocados a un solo trozo sino a pedacitos chicos, masticar sin ruidos, evitar que se vea la comida en la boca,  sentarse bien en la silla,  etc. etc.
Las servilletas no son baberos de niños pequeños, luego no os las colguéis del cuello. Usadla con discreción, puesto que van quedando manchas de comida.
Si no os gusta algo de la comida, como mínimo, probadlo pero no le hagáis ascos ni expreséis con gestos o palabras vuestros desagrado. Pensad que las persona  o personas que han cocinado lo han hecho con el mayor interés y esmero para agradar. Así que es de buena educación elogiar lo que se come.
Escuchad al que habla y evitad hablad a la vez y en voz tan alta que solo parezca ruido.
Evitad las peleíllas que tanto os gustan entre hermanos.
Si os da tos o tenéis que estornudar, hacedlo con el mayor disimulo posible.
Por supuesto, nada de eructos.
No habléis con la boca llena.
Pedir las cosas por favor.
No  os levantéis de la mesa, aunque hayáis terminado de comer, hay que esperar a que terminen todos.
Y en fin que esto parece un recetario más que mi cartita de Navidad, pero me toca enseñaos y, desde luego, seguir aprendiendo que es mucho.
Cantad, bailad, reíd... Dedicad también un recuerdo a los que no tienen techo, ni plato, ni Navidad ni nada de nada. Mi madre, vuestra bisabuela Blanca, a pesar de los malos años de la posguerra y a pesar de un montón de hijos, como podía y con lo que  podía, preparaba bolsas para  algunos pobres. El servicio de casa las  repartía y a mi me gustaba acompañarlo para ver la alegría de aquella pobre gente.
Si algún día se publica la obra titulada "Historias de mi abuela" podréis leer cosas muy interesantes acerca de cómo se vivieron aquellos años en los que yo fui niña.
¡Ah, el móvil ni a la derecha ni a la izquierda! ¡Fuera, fuera el móvil por esta Noche!
Y ya termino. Recordad siempre que solo el amor salva y es la mejor fuente de felicidad. Dad y recibir amor es el mejor motor para vivir  y morir en plena conciencia de haber valido la pena  nuestra existencia.
 Os quiero muchísimo, muchísimo.