A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


sábado, 12 de mayo de 2012

Reflexionando con mis nietos

(De la obra "Conversaciones con mis nietos")


Y os dedico  esta bonita fotografía,
hoy domingo de mayo   de 2012

-Abuela yo quiero triunfar y ser famoso -decía uno de mis nietos-. Y quierio salir en la tele y que la gente me conozca...
-No es tan sencillo -le contestaba yo-. Hay que trabajar con responsabilidad, hay que ser buena persona con todo el mundo, hay que saber, sobre todo, que una cosa es el triunfo y otra es la fama.
-¡Pues no veo la diferencia! -exclamó- La mujer esa de la tele, la de por las tardes, que no me sale el nombre, es famosa, gana una pasta y que yo sepa no hace nada de eso que dices.
-Es verdad, abuela -dice  otra de mis nietas.
-Os voy a contar un cuento muy breve, para que lo entendáis. ¿Vale?

La cometa y el gorrión.
Una cometa presumía, ante el vuelo de un gorrión, de subir y subir muy alto, desafiando al viento, pero, cuando el viento cesó, la cometa cayó al suelo. El gorrión, humilde, se posó junto a ella y le dijo:
-Lo siento, amiga. Mis alas son pequeñitas pero mis vuelos no se deben a ningún viento y es por eso que me sostengo sin caer de mi altura.

¿A que ntendéis la moraleja? Seguro que sí. Ya veis: No llega más lejos el que aparentemente sube y sube, aventado por intereses pasajeros que, una vez que cesen, caerá sin remedio. Así la fama puede que llegue, pero si para conseguirla tenemos que pagar un alto precio, será como un deslumbrón que pasa y nos deja medio ciegos.
Por el contrario, el triunfo, yo lo veo como resultado de una vida de entrega y trabajo que nos hace sentirnos felices interiormente sin necesidad de aplausos que, si llegan, bienvenidos sean pero si no, viviremos y moriremos con la conciencia en paz que es lo más importante
Llega más lejos siempre, no lo olviddéis, el que logra levantar los pies del suelo con su esfuerzo y de verdad.

-¡Jo, abuela, qué sabia eres!