A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


jueves, 3 de diciembre de 2009

CARTA Nº 3


Y así amaneció este día

Lo primero, y muy importante, felicitar a mi Javier porque hoy, por si no os habéis enterado, es su santo y hay que verlo, llamarlo, mandarle un mensaje, lo que sea pero hacerle presente nuestro recuerdo y cariño.
Para empezar yo le voy a recordar algo de cuando era muy pequeñito, casi un bebé. Yo lo escribí para que no se olvidara nunca, y es así cómo os lo transcribo. Leed que os vais a enterar de lo listo y bueno que ha sido siempre.
Lo titulé: Mi Javier descubre cómo consolar al triste.

Y dice así:
Noviembre de 1999
Amanece un mal día para mí. Me siento un tanto mareada, floja y deprimida.
No obstante, como cada día, madrugo y bajo a desayunar a la cafetería del bloque.
De pronto, allí, los mareos me oscurecen la vista y siento miedo a caerme, al tiempo que el corazón me late como dislocado.
Con dificultad, hago señas al camarero y le pido que llame por teléfono a mi hija Isabel María. Ya sabéis, la mamá de Javier y mi preciosa hija.
A los pocos minutos, como vivía cerca, se presenta por mí. Me lleva a su casa, a pesar de mi dificultad para moverme.
Y no sólo me siento mal, sino que me aflijo tanto de verme así que unas lágrimas se escapan de mis ojos sin poderlo evitar.
Cuando entramos en su piso, mi Javier, sentado en la alfombra, juega con un cochecito.
Al verme, se queda como paralizado. Deja de jugar, me mira en silencio, me observa con un halo de tristeza en su carita. De pronto, me pregunta:
-¿Estás malita...? ¿Si...?
-Un poco -le contesto.
Vuelve a quedarse extático. Siento pena y hago un esfuerzo por sonreírle.
-Toma -dice, colocando entre mis manos su cochecito-, juga que tene pilas.
-¡Qué bonito! -exclamo.
Y lo echo a andar.
Entonces, mi chiquitín, corre en busca de su madre, al tiempo que grita:
-¡La abola - la abuela - ya esta mena! ¡La abola mía ya está mena!

Mi precioso chiquitín: ¡Claro que me puse buena! Nadie mejor que tú podía haber penetrado en la tristeza de mi alma y nadie podía haberme dado mejor remedio que el que tú me diste y, ¿sabes por qué…? Porque tus ojillos inocentes estaban llenos de amor y compasión y porque, como remedio, me diste lo más valioso que tenías: tu cochecito con pilas,
Esta noche, ya recuperada, aquí en mi casa, que también es tuya porque, a medias palabras pero con las ideas muy claras, dices que las cosas son de “toros” -todos son el “papá mío, la mamá mía, Gonzalo y la abola”-, te veo tan chiquitín, tan gracioso, tan ingenuo y bondadoso que el alma se me llena de ternura al recordarte.
Todos los males del mundo, prenda mía, se podrían “buenos” si fuéramos capaces de verlos, observarlos, como tu observabas mis lágrimas, y depositar en sus manos lo mejor que tenemos todos que, en definitiva, no es otra cosa que amor.
Cuando seas un hombre, acuérdate de que hoy, cuando el siglo se acaba, tú, tan chiquitín, has descubierto como se pone buena una “abola” como ésta que tanto te quiere.

Bueno, ¿cómo os habéis quedado? De todos tengo cositas guardadas. Y las iré sacando porque son como mi pequeño gran tesoro que guardo con siete llaves para leer en él y refrescar mi memoria y dar gracias a Dios por teneros.
Me estoy pasando, ¿no? Ya sé que las cosas largas os aburren, así que termino porque, además, tengo que ir a comprarle un regalillo a Javier. Sí, ya sé que lo de los regalos os encanta; a mí, también. Y es que recibir regalitos es como estar esperando sorpresas que son pruebas de cariño, y no hace falta un regalazo; cualquier cosita vale porque lo importante, y por mucho que se repita es verdad, es comprobar que piensan en ti, que se molestan en buscarte algo y que te lo llevan primorosamente preparado. ¿A qué sí? Pues, ya sabéis, los Reyes vienen que chutan ya, y esta abu, está a punto de escribir su carta.
Os quiero, os quiero y os quiero. ABU. Isabel

NOTA: Mi regalito para Javier, una crucecita preciosa para el cuello; le ha gustado un montón.