A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


martes, 29 de julio de 2014

El valor de la humildad



 Yo juro que vale más ser de baja condición 
y codearse alegremente con gentes humildes, 
que no encontrarse muy encumbrado, con una resplandeciente pesadumbre y llevar una dorada tristeza y soledad.

¿Qué la palabra humildad os suena a cosa de mayores, religiosas  y cosas así? Bueno, pues aunque así fuera, ya va siendo hora de que entendáis su verdadero significado y el valor de esta palabra  que  tan olvidada anda y que tan importante es. Por eso empiezo por explicaros un poco  qué es, en realidad, la humildad más allá de todo eso que pensáis.
La humildad es un valor que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento. Podría decirse que la humildad es la ausencia de eso que llamamos soberbia y que significa ser orgulloso, creído y como se dice ahora, ir de sobrado por la vida. Los soberbios se crecen y creen superiores a los demás por cualquier cosa por insignificante que sea y van por la vida con la cabeza bien alta y cómo pasando de los demás a los que consideran inferiores.
¿Sabéis que pienso de los crecidos y soberbios? Pues que son unos necios porque nadie es superior a nadie; somos distintos pero  todos luchamos, trabajamos y aspiramos a idénticos logros  felices en la vida, pero, si los conseguimos, solo deben servirnos para mayor responsabilidad  con los demás y jamás para creernos tan importantes como para andar mirando por encima del hombro, como suele decirse, o creerse superior al resto que los rodea.
Hay algo que nadie debería olvidar: la provisionalidad que somos. Quiero decir que, ¿para qué sirve ir por el mundo dándonosla de  importantes si en un instante nos puede sorprender la muerte? Sí, es duro, pero real. Estamos tan de paso que lo más trascendente e importante que podemos hacer es ser sencillos, modestos, humildes por mucho honores, premios, etc. que recibamos.
Pero bueno, creo que ya lo habéis entendido, cuando hablo de humildad. Así que ahora unos consejitos para que aprendáis a ser lo que sois por muchos logros que podáis alcanzar en la vida.
No neguéis vuestro saludo a nadie; una palabra, una sonrisa…. Nunca un paso de largo.
Buscad lo bueno que puedan tener los demás y elogiadlo siempre que el caso lo requiera.
Hay que saber reconocer nuestros errores y rectificar. El empeñarse en ellos es agigantarlos y empequeñecernos.
Si os equivocáis o insultáis a alguien, pedid perdón. El ofendido es alguien maltratado por vuestra  supuesta soberbia.
Si alguien  os ofende y pide disculpas, aceptarlas y no volver jamás a la ofensa.
Si con amigos o familiares tenéis un desencuentro, no esperéis a que sean ellos los primeros en pedir excusas. Adelantaos vosotros y esa será la mejor lección que podáis darle.
Hay que saber aceptar el que hay gente más lista, más guapa, más graciosa, más alta etc. que nosotros, porque de lo contrario, iremos buscando, a veces inconscientemente, la ocasión para humillarlos.
Hay que alejarse de los pedantes y engreídos porque no solo no nos verán sino que tratarán  de “pisarnos”.
El soberbio busca siempre la primera fila de todo: precisa que lo vean. El humilde espera que le asignen  lugar o  trata de pasar desapercibido.
Una santa, que es mi personaje histórico preferido, Santa Teresa de Jesús, decía: la humildad es la verdad. Y eso quiere decir que resulta absurdo no reconocer que algo hemos hecho bien, por ejemplo. En una ocasión, y con motivo de un premio que me dieron, tuve que pronunciar unas palabras. Dije: quiero dar las gracias con unas breves palabras. Creo que sí, que me lo merezco pero también creo que se lo merece mucha más gente y no lo reciben, etc. ¿Por qué iba a decir, no me lo merezco, no es necesario, etc. si no es lo que sentía?
En fin, que no despreciéis este valor que os hará fuertes y queridos por todos. La sencillez y la humildad, sin alejarse de la verdad, os revestirá de los mejores ropajes para andar por el mundo.
FRASES CÉLEBERES.
No es célebre pero la  primera es mía.
·   Si sabéis no lo pregonéis porque los soberbios y envidiosos tratarán de olvidaros para todo. Si no lo sabéis y lo decís, se os abrirán todas las puertas. (Pensad en lo que quiero deciros)
·      El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad
·   Yo juro que vale más ser de baja condición y codearse alegremente con gentes humildes, que no encontrarse muy encumbrado, con una resplandeciente pesadumbre y llevar una dorada tristeza y soledad.
·      Cuando no hay humildad, las personas se degradan.

viernes, 25 de julio de 2014

A mis nietos en el día de los abuelos/as


 Mis queridos nietos: Este día tan maravilloso de los abuelos se lo he dedicado especialmente a los titos que, como sabéis tantas ganas tenían de ser abuelos y con tanto amor han recibido a su primer nieto.
Pero os lo escribo aquí para que  entendáis qué significan los nietos para los abuelos y siendo conscientes de ello, le correspondáis en lo que os toca. ¿Vale?
Un día singular y cargado de maravillosos matices este de los abuelos que dedico muy especialmente a mi hermana María Jesús y a mi cuñado César, abuelos por primera vez de un precioso niño que ha llegado a su vida, como llegan todos los nietos, vivificando ilusiones, amores, sueños… Se suele decir que a los nietos se les quiere más que a los hijos, y no es así, pero sucede que, cuando en el índice de la vida se van enumerando capítulos  grises, unas veces, y opacos, otras, ellos y ellas, nuestros nietos, nos elevan y transforman en paraíso irisado de ternuras infinitas. Y son balbuceos, sonrisas de bebé,   primeros pasos, primero todo de nuevo que nos hacen olvidar posibles deterioros, posibles depresiones y malos humos.  

Un nieto es un sueño convertido en realidad: Ellos nos dan lo que tal vez la vida nos quiso robar: amores, juventud, alegría, proyectos… Ellos y ellas son un paso más en la deseada trascendencia, ellos y ellas son la cuerda que activa el reloj de nuestra existencia, haciendo que el ritmo de nuestro corazón reciba  oleadas de impulsos nuevos.
Suelo decir que quien no tiene nietos no ha probado el néctar de la vida, elixir que nos hace entonar himnos de júbilo que en ecos prodigiosos deseáramos se extendieran por el universo.
Por eso, a mis hermanos, María Jesús y César, que tanto lo han deseado, que con tanto amor lo han recibido, que con tanto fervor lo proclaman a los cuatro vientos, mi más grata y sincera felicitación en este día en el que yo también me felicito  y me uno a todos los abuelos y abuelas del mundo para entonar a coro, la canción del salmista: 
Jubilate Deum omnis terra




lunes, 21 de julio de 2014

A mi nieto en su veintiuno cumpleaños


Te quiero felicitar, mi querido Gonzalo con el recuerdo que dejé escrito en su día, en el Diario que os dedico y cuanso solo tenías cuatro añitos.


Mi nieto Gonzalo –cuatro años- me acompaña al médico. Hace bastante frío. Las calles están húmedas por un reciente chaparrón. Caminamos en incesante parloteo que va versando sobre todas aquellas cosas que le llaman la atención en la calle: el caballito blanco de la puerta de un bar, el puesto de las chucherías, un letrero luminoso...
De repente, un pobre se nos acerca. Es evidente que se trata de un ilegal. Sucio, mal vestido, enclenque, con poca voz nos extiende una mano, al tiempo que repite en una retahíla de palabras que apenas si se le entienden: Una limosna, señora, que no tengo para comer, que llevo dos días sin probar bocado, que mis hijos no tienen ni zapatos, ni ropa para el frío… Le doy unas monedas, al tiempo que le recomiendo acuda a Centros de Acogida, a Cáritas, etc. No tengo papeles, señora y, ¡lo que faltaba es que me denunciaran!   
Cuando se aleja, mi chiquitín exclama con evidente tristeza: ¿Y por qué no tiene comida? ¿Y por qué sus niños no tienen zapatos? ¿Y por qué no tiene papeles..?  ¿Sin papeles no puede ir al colegio..? ¡Pues yo tengo dos cuadernos! Si quiere, le puedo dar uno… Me emocionan sus palabras y los dos guardamos silencio. De repente exclama: ¡Ya sé, abuela! Que el cajero se lo dé a mi padre o al tito Ramón, que también lo guarda en el cajero, y ya, van   y compran comida, zapatos, un cuaderno… ¿no?...
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 Madrugada. Hora maga en la que amainan todos los vaivenes del día en esta playa en calma que es mi sala-refugio –le llamo yo-escuela. Sí, en ella, el sillón que fue mi asiento en las aulas durante unos veinte años. En ella, fotografías ampliadas de mis alumnos de todos los tiempos. En ella, libros, música, cielo... En ella ecos nostálgicos, porque ya son pasado,   de las inocentes  palabras, gestos, soluciones de un niño, de ti, mi pequeño, que no puedes entender la pobreza, que no puedes ni quieres admitir que haya gente sin casa, sin techo, sin pan, sin “cuadernos”, que te entristece, y así lo manifiestas, el que haya niños sin zapatos. Para ti, vida mía, las cosas son como debieran ser: que todos los seres humanos tuviéramos lo necesario, pero, un día te darás cuenta de que los hombres hemos administrado mal los bienes, y no hay tales “cajeros” ni papeles para todos. No obstante hay que trabajar, luchar, reivindicar para que la gente, sin ningún tipo de distinción, tenga, al menos, cubierta sus necesidades básicas. Eso es lo justo, lo razonable, eso es lo lógico que tú, infinita bondad e ingenuidad, propones con toda naturalidad.
Se ha levantado un poco de aire. Los álamos de la Avenida se cimbrean y proyectan sobre el asfalto sombras fantasmagóricas. No, no me asusto, pequeño mío. Es sólo que te recuerdo y quisiera tenerte cerca en estos momentos para escuchar de tus labios la versión maravillosa  de esta obscuridad, de este arrullo de la noche que a mí se me antoja el tic, tac de un inmenso reloj,  bajo cuyas agujas reposo en calma con la cálida transparencia de tu recuerdo.
 ¡Ay, mi niño! Te imagino, te sueño hombre con la mano extendida al pobre, al necesitado.., porque en tu alma de niño ya empieza a emerger el cálido tallo que será árbol de sombra y fresco para todos.  
Y este dibujito que hiciste por aquellos días. Millones de cosas  te desea esta abuela que con un beso llega hasta dónde estás y te dice una vez más: ¡te quiero, lindo mío!

jueves, 17 de julio de 2014

Enseño cortesía a mis nietos/as


   Acariciar  a un animal es también de cortesía

Abuela, dice mi maestra que tenemos que ser corteses y yo creo que se ha equivocado –me decía  Ramón que ya va para cuarto-. ¿Cómo  es eso de que se ha equivocado? ¡Claro que hay que ser corteses! Pero, abuela –añadió-,  será cortezas y no veo cómo vamos a ser cortezas si no somos árboles…
Como otras tantas veces por cosas parecidas, me  hizo gracia al  tiempo que me provocaba sentimientos de ternura y algo de indignación  al comprobar cómo los maestros y los padres seguimos sin enterarnos que no se puede dar por sabida una palabra sin antes haberla explicado bien.
Voy a intentarlo a ver si te enteras bien y sin complicaciones ni confusiones.
La cortesía es un comportamiento de las personas que son educadas y tienen buenas costumbres. Pues todo eso se  traduce en practica, cuando llegan las ocasiones, y a esa es a lo que llamamos cortesía. Un poeta, que se llama Amado Nervo dice:  La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar, aún aquellos que nada poseen en el mundo.
Amado Nervo un famoso poeta dice: La cortesía es el más exquisito perfume de la vida, y tiene tal nobleza y generosidad que todos la podemos dar, aún aquellos que nada poseen en el mundo. Otro famoso autor dice: La educación y la cortesía abren todas las puertas.
¿Te das cuenta, de lo que deseaba deciros la maestra? Ahora soy yo la que te lo cuento y te digo como  ser cortés para que  lo entiendas mejor y seas, no corteza de árbol, -palabra  de sonido parecido-, sino cortés ya, a pesar de tus pocos años.

FÓRMULAS DE CORTESÍA: son pequeñas frases hechas utilizadas muy a menudo en nuestra vida diaria. Aunque son muy variadas, te voy a indicar algunas  de las más básicas y que se suelen utilizar a diario, tanto en el trato con los demás como en  convivencia familiar. Quedan mejor si van acompañadas de una sonrisa, un dar la mano, etc
Un autor dice, y yo también, que las palabras mágicas de la cortesía son: por favor y gracias.
Luego hay otras muchas que ni tan siquiera nos damos cuenta de que son muestras de cortesía. Te cito algunas de las más frecuentes:
Buenos días. Buenas noches o buenas tardes. Disculpa. Perdona. Lo siento. Ha sido un placer. Que aproveche. Etc. Etc.
Para ti, que eres  pequeño, sería  de gran cortesía que te acostumbraras a saludar, cuando  llegas a un lugar dónde hay personas, aunque no las conozcas. Basta con decir, hola, al llegar y,  hasta luego, al irte.
También debes acostumbrarte a dar las gracias por cualquier servicio, por pequeño que sea, que te hagan los demás.
Debes pedir las cosas, siempre, por favor.
Y debes tener muy a mano la palabra, perdón, perdona, cuando te des cuenta que has metido la pata.
Así  irás aprendiendo a ser un niño educado que sabe cómo comportarse de cara a los demás.

IMPORTANTE. Sí, por eso te lo  escribo en negrita: respetar el espacio virtual del otro es  de cortesía.
¿Que qué quiere decir eso? Te lo explico con un ejemplo. Si un niño, a través del móvil, en una red social o en tu grupo, propone un juego, una actividad de cualquier clase, no debemos nosotros proponer otra inmediatamente. Por cortesía debemos dejar pasar unos días, ya que de lo contrario es como si quisiéramos pisarle su propuesta- ¿Lo entiendes? Yo creo que sí.
Y, bueno, por hoy creo que  está bien la lección de cortesía, pero no olvides que  lo importante no es saber las cosas sino  ponerlas en práctica. Así que, como termino, me despido. Hasta otro día, mi niño lindo.

viernes, 4 de julio de 2014

Felicito a mi nieta Isabel



Te puse alas,/ 
alas de mariposa,
ala de hada,
alas de bailarina,
alas de princesa
Y pudieras volar
de rosa en rosa. 

Mi querida  y linda nieta Isabel: De nuevo el día de tu santo y de nuevo  mis palabras, a pesar de que os dije  que ya solo felicitaría con carta a los chiquitines de la tita Belén, pero son tantas y tantas las cosas que quisiera decirte…

Es verdad que ya no eres la pequeña de muñecas, casitas y juegos. Te has convertido en una jovencita muy linda, y lo sabes, pero hoy  te voy a recordar un cuento que me regalaste un día escrito por ti sin que haya cambiado nada; ni tan siquiera una coma. Por cierto, tenías diez añitos. Casi seguro que no lo recuerdas, pero esta abuela  guarda  con llave todas vuestras cositas.
Vamos primero al cuentecito:

LA NIÑA QUE QUERÍA SER ESTRELLA
Érase una vez, una niña que todas las noches soñaba con ser una estrella. La niña se llamaba Sandra y tenía 10 años. Sus sueños consistían en poder ser una estrella y desde el cielo ver a toda la gente y las cosas que hacen. Ella quería viajar en avión para conocer una y casi tocarla.
Un día en una tarde soleada su madre le anunció que en las vacaciones irían a una ciudad que estaba muy lejos y que viajarían en avión. La niña se puso a chillar de contenta y se fue corriendo a anunciárselo a su mejor amiga Blanca.
Pasados tres meses, por fin llegó el día. Viajaron en avión y Sandra iba con la ventana abierta, de repente entró una cosa amarilla que brillaba mucho, y Sandra que no se lo esperaba pensó que aquella cosa era una estrella.
Y cuando la vio de cerca, era verdad era una estrella muy bonita y se puso a hablar con ella. La estrella le dijo que no era tan divertido ser  como ella porque no se divertían tanto como los humanos, todo el día estaban durmiendo y solo salían por la noche.
La niña, que era muy astuta le dijo que si le podía pedir un deseo, y la estrella se lo concedió. Le pidió que cada noche que pasara ella  pudiera verla como un lucero cuando brilla. Y desde ese día la niña desde su habitación siempre veía un lucero que brillaba mucho, esa era su amiga la estrella.
Y con esto quiero decir que lo que uno desea siempre se puede hacer realidad aunque sea en tus sueños.
Hasta aquí tu precioso cuento y tu conclusión que la leo y releo y siempre me emociona. Y hoy te la quiero recordar para que no dejes de soñar, ante todo y sobre todo, con seguir cumpliendo años, haciéndote mayor, pero luciendo siempre la luz  blanca de las estrellas que no es otra cosa que vivir de cara al mundo que te rodea para estar lista en colaborar con tus actos a hermanarte   con todos los seres humanos y entender que el amor, la ternura y todos esos valores de los que os vengo hablando  sea como la bandera que todos vean en ti.
Te quiero muchísimo y te sigo repitiendo aquello de…,.  Cuando te miro me veo, mi preciosa nieta Isabel, en tus juegos, deseos, sueños…. en tus  inocentes deseos  de mujer.