A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


viernes, 11 de abril de 2014

Semana Santa con mis nietos




Semana Santa de la tita Isa, hecha, 
como sabéis enb plastilina. 
¡Aprended!

Los tambores y trompetas no son novedad para mí, ya que todo el año están ensayando en el jardín que, como conocéis, está cerca de esta  casa, pero, cuando llegan estas fechas, parece que sus sonidos, mezcla de incienso, azahar, alhelíes… son un reclamo que anuncia el desfile procesional de nuestras imágenes de Semana Santa.
Ya sé que os gustan a todos, aunque ya no por la misma razón a todos. Quiero decir que, si bien hay algo que os iguala como es el tema de las vacaciones, también es cierto y lógico que no lo vivís lo mismo los que tenéis cinco, siete, quince o veinte años.  Mis chiquitines están loquitos por ir a ver las procesiones con sus padres, comer fuera y, sobre todo, les gusta ver los nazarenos con sus grandes velas y sus capirotes.   A los mayorcillos lo que más os gusta es ir con vuestra pandilla de amigos de un lado para otro, tener permiso para volver a casa más tarde, estrenar ropa y bocata va y bocata viene.
Bueno, pues todo eso está muy requetebién y me alegro con vosotros y por vosotros, pero, ¿ahí queda todo? ¡Pues, no! Y para eso está aquí la abuela que os quiere recordar algo que tal vez sea lo más importante y que a veces, muchas, parece ser lo último de todo, si acaso. 
Hoy quiero deciros algo para que le dediquéis aunque tan solo sea unos minutos. ¿Sabéis bien cuál es el verdadero sentido de la Semana Santa? Pues, de igual forma que celebramos, por ejemplo,  el día de nuestro nacimiento, es decir, el cumple, porque fue un día muy importante, estos días celebramos, la pasión y muerte de Jesús.  Qué no era Dios –me diréis alguno-. Bueno, pues nos quedamos con el hombre que fue. ¿Os parece mejor así? Pero no me negaréis que fue un hombre  muy particular, porque predicó una doctrina de amor, perdón, justicia, pobreza, etc. etc. Y por ser tan valiente y condenar públicamente a los corruptos, hipócritas, falsos, mentirosos, etc. lo condenaron a ser azotado, coronado de espinas y morir crucificado, que era cómo morían entonces los condenados a muerte. Y hasta en el último suspiro, perdonó a sus enemigos.
¿Os parece que a lo largo de la historia, y hoy día, hay muchos hombres que se expondrían a morir por defender esos valores? No, mis queridos nietos, todos damos un paso atrás cuando sabemos que podemos perder amigos, dinero, influencias, posición, etc. Por eso, cuando  un Paso de Semana Santa se cruce en vuestro camino, recordad a ese “hombre”, llamado Jesús, deteneos un instante siquiera, miradlo y reflexionad si en algo nuestras vidas se parecen a la doctrina que él predicó, porque, seamos o no creyentes, otra cosa sería el mundo si la  hiciéramos realidad en nuestras vidas con todas sus consecuencias.
También la Semana Santa es arte. Imágenes que  nacieron de manos de un artista, llamado imaginero y que no todos podemos imitar, pero sí reconocer y valorar. Y es arte por los movimientos que los costaleros, tras año de ensayos, logran y que tanto gustan al público, y son arte las saetas de privilegiadas gargantas que rompen el silencio con letrillas que llegan al alma, y son arte las bandas de música, los nazarenos, los tambores y trompetas… Arte, folclore, tradiciones, etc.
Vividlo todo, mis queridos nietos, pero, entre bocata, chistes, bromas, risas…, la miradita de la que os he hablado a ese Jesús con la cruz a cuestas, a ese Jesús crucificado, a esa su madre que, como todas las madres, lo sigue, llora… ¿Pero, era Dios o no, abuela? La respuesta no la tengo yo; os la daréis, antes o después, vosotros mismos.