A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


sábado, 20 de diciembre de 2014

Navidad con mis nietos/as



Mis queridos nietos y nietas: De nuevo estamos en Navidad. ¿Recordáis las   recomendaciones que os daba el año pasado sobre cómo poner la mesa, sentarse a la mesa, etc.? Bueno, pues  las tenéis en este Blog, que yo no  borro y si no lo leéis un día, será otro. Quierop recordaron que la Navidad, más que una fiesta es una reflexión acerca de cómo pudo ser el nacimiento de Jesús,. pero sobre todo, cómo sigue siendo la vida y el nacimiento de  muchos, muchos niños cuyos padres no tienen  de nada. Por eso  son fiestas de solidaridad y familia.
Ya tengo preparado el cuaderno para que uno por uno escribamos algo sobre esa noche. ¿Recordáis?
Bueno, ahora mi repetido cuento, pero  no quiero  que esta historia se olvide.

NAVIDAD 2014
Aconteció en estos  días que se promulgó una ley de extranjería por la que los sin papeles tendrían un plazo entre siete y treinta días para retornar voluntariamente a su país de origen. Un matrimonio de extranjeros, José y María, con la mujer en avanzado estado de gestación, llegados en patera y que buscaban trabajo en España, caminaban sin rumbo en la noche.  Encontraron refugio en una chabola abandonada a las afueras de una gran ciudad. Sucedió que el segundo día de pernotar en aquel lugar una grúa municipal los desahució, dejándolos a la intemperie una noche muy fría de un veinticuatro de diciembre del año dos mil catorce. Abrazados, retomaron el camino. Repentinamente se vieron obligados a detenerse y buscar nuevo refugio ya que la mujer presentaba síntomas de eminente alumbramiento.  El hombre llamado José, divisó a lo lejos los arcos de un centenario puentecillo. Allí, María –dijo-, allí podrá nacer nuestro hijo. Buscaré pasto, buscaré leños, encenderé el fuego y esperaremos a nuestro primogénito. Y el hombre, llamado José, extendió el pasto, lo cubrió con su vieja chaqueta y el niño nació. La mujer, llamada María, lo recubrió con su propia ropa y lo recostó en  el cálido montón de pacto, junto al fuego  preparado por José. Aquella madrugada, trabajadores de una fábrica cercana, al cambiar de turno,  los encontraron y compadecidos le ofrecieron lo poco que llevaban: se despojaron de algunas de sus ropas, les  dieron parte de sus bocadillos y prometieron  dar  cuenta a los Servicios Sociales para que les ayudasen.Así, al día siguiente, se personaron, tres mujeres provistas  de todo lo necesario para atender al  niño y darles cobijo durante el tiempo preciso para que retomaran  camino a su país.     
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Bueno, mis queridos nietos. Este año cenaremos en casa de la tita Belén y el chiquitín, mi Gonzalillo, dice: abuela, vamos a comer un filete “mu, mu” grande. Y está feliz de que vayamos todos a su casa.  Muchos besos y volve´re en estos días, a escribiros algo. Millones de besos.