A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


sábado, 26 de abril de 2014

Consejitos: Familia



Mamá con su niña de paseo.
(Dibujito de Isabel María a sus tres añitos y medio)

Mis queridos nietos y nietas: Quiero hoy dedica este capítulo a la familia, porque considero que, tanto al día de hoy, como hijos y al de mañana, como posibles padres y madres, es la base sobre la cual se va forjando nuestra escala de valores en todas las direcciones posibles. Mi mejor maestro fue mi padre. Las mejores enseñanzas, las que más me han servido en la vida, las recibí de mi padre y los mejores ejemplos de mujer tolerante, solidaria, etc. los recibí de mi madre.
Por eso, mis consejitos, hoy, cuando apenas sois conscientes del bien que supone tener una familia y puede que hasta lo consideréis como lo más normal del mundo, quiero que os hagan reflexionar sobre tema de tan gran transcendencia.
¿Vamos, pues a ello?
En estos tiempos, y en determinados ambientes, parece que hablar de familia es como andar desfasado, anticuado, etc. O sea, como si la familia perteneciera a un tiempo inexistente hoy. Pero no es así, ¡qué va! Nada hay comparable a los placeres vividos en el seno de una buena familia. Y creo que lo sabéis, porque, por ejemplo, cuando hablamos de ir al campo, lo primero que preguntáis es, ¿van los titos? ¿Van los primos?
Estoy segura de que para todos los niños, no hay mayor alegría que  vivir una experiencia de familia: excursiones, comidas, viajes, etc. ¿A qué es verdad? Yo sé que es verdad porque fui niña de una gran familia: siete hermanos, más abuelos, tíos, primos etc. No obstante quiero deciros algo: No solo son los padres los que pueden hacer que funcione la familia, sino que también los hijos, en las posibilidades de sus edades, tienen que contribuir a ello. Y veo ya a Javier con la mano levantada para preguntar, ¿Y qué pueden hacer los hijos, abuela, si son niños?
¡Ea, pues ahí quería yo llegar! Como ya sois mayorcillos, me vais a entender: la familia es como una pequeña sociedad en la que todos tienen derechos y obligaciones. ¿os podéis imaginar un grupo de gente que trabajara, por ejemplo, en la misma empresa y que unos se pasaran el día contando chistes y riendo, mientras otros hicieran el trabajo que les pertenece y el de los que no hacen nada?
Bueno, pues vamos a dejar a un lado los padres que, por supuesto hacen su trabajo y vamos a ver cuál es el vuestro.
El primero y principal, estudiar, puesto que es lo que os toca para tener un futuro, ya que los padres no viven para siempre.
Pero no basta con estudiar porque, ¿quién os haría la comida si vuestros padres solo trabajaran fuera de la casa? ¿Quién os tendría preparada la ropa, limpia la casa, echas las compras, etc. etc.
Es verdad que vuestra primera aportación y responsabilidad es la de estudiar, pero eso no quita para que también tengáis obligaciones  en familia. Veamos algunas cositas que debéis hacer para contribuir a que vuestra familia funcione en orden y feliz:

Orden y limpieza en vuestras cosas personales: cama, ropa, zapatos, armario, libros, etc.
Obediencia a cuanto os pidan  vuestros padres y no andar renegando de todo.

Buen comportamientos con los hermanos, evitando peleas y discusiones  que alteran la paz que debe reinar en la familia.

Evitando exigencias y casi dando órdenes. Por ejemplo, mamá, tráeme un vaso de agua, dame unos calcetines, etc.

Borrad de vuestros labios, ante una comida, por ejemplo, aquello de… ¡qué  asco! No me gusta…

Si vuestros padres se equivocan en algo, cosa que puede pasar, y que pasa, tratad de aclararlo con ellos sin malos modos y sin reproches.

Pensad, aunque seais muy jóvencitos, que la familia es lo mejor que tenemos porque en ella siempre encontraremos los brazos abiertos, las mejores palabras, el mayor amor…

Es verdad que todos los padres no están preparados para serlo, bien porque no tienen cultura, bien porque no los educaron debidamente, etc. No es vuestro caso, pero si lo fuera, tendríais que entenderlos y  disculparlos de  sus errores. Jamás, jamás ridiculizarlos.

Con frecuencia encontraréis momentos en los que os sintáis felices, lejos de la familia  y con frecuencia también puede suceder que  por algún gesto, palabra o hecho de los demás, os sintáis defraudados, engañados o desilusionados. Esto puede suceder también en familia, pero la diferencia estriba en que los desencuentros en familia suelen ser pasajeros y casi siempre fruto de repentinos arrebatos que no conllevan trascendencia alguna, porque hay por medio amor. Los desencuentros con amigos o compañeros suelen tener como base envidia, resentimientos,  u ocultas razones. 

Vuestro destino, como el de todos, será volar. Es decir, llegará el día que  abandonéis la casa familiar para  crear vuestra propia familia, pero  nadie ni nada podrá borrar el índice de días felices vividos bajo el techo familiar de  vuestros años de infancia y juventud y es más, trataréis de repetirlos en vuestras nuevas vidas.

Hacer familia no es un camino fácil ni para los padres ni para los hijos. Son  muchos los ingredientes que hay que poner en juego como tolerancia, comprensión, colaboración y sobre todo amor, mucho amor, porque el amor no precisa exigencias. Es como un sabio que lo sabe todo y se adelanta a todo.

¡Cómo recuerdo aquellos años de vida en familia! Primero, como niña, con padres maravillosos que, a pesar de las dificultades de los tiempos, me hicieron sentir alegría de vivir. Después, como madre, y también siempre con las dificultades que nunca faltan, con vuestros padres y abuelo. Ahora también con vosotros, mis queridos nietos y nietas que habéis vuelto a llenar de felicidad esta casa y  sobre todo a esta abuela.

Por cierto, y aunque  dedicaré un capítulo a   los abuelos, si por alguna razón los tenéis cerca, tratadlos con  cariño y comprensión, sobre todo, porque lo que ellos son, vosotros, si llegáis a su edad, lo seréis.

Y termino  casi como empecé. La familia es una sociedad pequeñita, pero su labor trascenderá el universo.
Tuve un padre maravilloso que me enseñó muchas cosas, pero cómo muy especial recuerdo aquella noches de jardín y cielo en las que nos hablaba de estrellas, galaxias, misterios…
Tuve una madre de jazmines y violetas, de cajitas de música y pañuelos bordados.
Tuve una madre de perfume de rosas, de ingenuas ilusiones, una madre de sueños, de rosarios y fe.
Tuve los mejores padres, tuve y tengo la mejor familia que podía esperar. Por ello, hoy, puedo verlos y encontrarlos, siempre que los necesito.