A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


domingo, 29 de mayo de 2016

Un gatito, amigo

Queridos nietos y nietas: esta foto ilustrada os la dedico porque sé cuánto queréis y respetas a los animales, pero la dedico en especial a Javier que, desde niño mostró un amor especial por ellos.
Todo está dicho en la foto ilustrada, por eso no añado nada más.


Un gatito amigo, a cambio de nada

martes, 24 de mayo de 2016

Cultura no es igual que educación, mis queridos nietos.

Mis queridos nietos y nietas: hoy, y dado que ya sois lo suficientemente maduros para comprender, os transcribo mi artículo del Diario Córdoba en mi columna de educación. Lo he titulado: cultura no es igual a educación. Leedlo y lo comprenderéis. 

Mis alumnos hacían muchos trabajos en equipo porque era, y es, 
una buena forma de que aprendan a respetarse, ayudarse, conocerse, etc.

¡Qué placer resulta tratar con gente educada. Algo que parece haberse depositado en el almacén de objetos perdidos. Mi padre, gran maestro, en constante trance educativo, dedicaba su escaso ocio a educarnos, a lo siete hijos que éramos, en modales, palabras, comportamientos: aprender a saludar, respetar, atender a todo el mundo. ¡Y cómo teníamos que comparecer a la mesa! Limpios, peinados, bien sentados, bien hablados… 
Pero aquel tipo de educación, en mucho y para muchos, se esfumó o, tal vez, como en mi caso, quedó grabado en el índice de la nostalgia y memoria de valores placenteros. Sin embargo, donde menos se piensa, la educación se hace manifiesta como me sucedió, hace algún tiempo en un corto trayecto en taxi. 
Me indigna que en situaciones similares en las que el conductor se olvida de la educación, y habla con otros compañeros, etc. como si el pasajero fuera poco menos que una maleta. Mi taxista, aquel día, me hizo  sentir el placer de la educación: palabras precisas, correctas y hasta cultas. Gestos inusuales: bajarse a abrirme la puerta del taxi, limpieza y postura impecables. Me suele suceder que, sin saber a qué obedece, me siento importante cuando alguien me trata así. 
Hay quién dice que cultura es sinónimo de educación, pero de eso nada. Hay gente muy culta que no sabe comer,  sentarse a la mesa, respetar opiniones, etc. y hay gente sin la menor cultura, pero con un sexto u octavo sentido para actuar con respeto y educación. Eduquemos, pues, a nuestros alumnos para que su convivencia y relación con los demás resulte un auténtico placer.  Donde hay educación -dice Confucio-. no hay distinción de clases. 
Yo, mis queridos nietos, añado, no hay imposiciones, intransigencias, hay, sí, libertad, hay moral respeto…, pero el trato se hace insoportable cuando, haciendo alarde, bien de progreso, bien  de costumbres o comodidad, se olvidan las más elementales normas.  
No, no es igual cultura que educación, sería, eso sí, el ideal por el que trabajáramos todos.  Y el ideal que deseo para vosotros  y por vuestro bien: tratad de ser educados  con todo el mundo y de igual manera seréis tratados. (*) Maestra y escritora.  

domingo, 15 de mayo de 2016

Día Internacional de la familia

Mis queridos nietos y nietas: hoy se celebra el Día Internacional de la Familia. Como ya  sois casi todos mayorcitos, os transcribo algo de una de mis obras para que vuestro amor por la familia y vuestro futuro, si decidís formarla, tenga alguna referencia, como la tengo yo.

                                       Esta foto, que os parecerá rara, es la de mi familia. En ella, mis abuelos, padres, tios, hermanos y primos.
La renacuaja que tienen mis abuelos en brazos, soy yo.
Mis padres, los que tienen un lunarito blanco en el hombro.
¿A que es preciosa? 
Este gran árbol creció y se multiplicó, por ahora, 
hasta llegar a vosotros, mis queridos nietos/as.
.......................

¡Cómo recuerdo aquellos años de vida en familia! Primero, como niña, con padres maravillosos que, a pesar de las dificultades de los tiempos, me hicieron sentir la alegría de vivir. 
Después, como madre, y también siempre con las dificultades que nunca faltan, fui consciente, día a día, de cómo mis hijos  crecían, ayudándoles, posiblemente, hasta equivocándome, en que fueran felices.
Después, como abuela que vive y siente a sus nietos como la maravilla del mundo.      
Esta, mi casa, una sencilla casa, no está vacía, porque es la mejor testigo de cuánta e intensa vida familiar se ha vivido en ella.  Y es por eso que en sus paredes puedo leer la palabra AMOR.
El cálido rescoldo que debe posar para siempre en el alma de todos como antorcha de luz perenne se enciende o se apaga para siempre en la familia, en el aula maravillosa del hogar.

No, no está pasada de moda la familia. Lo estamos nosotros cuando, o bien la queremos sacar de la nada, cosa imposible, o bien nos empeñamos en resucitar y reproducir esquemas ancestrales de familia, cosa imposible.
La familia es un camino que hay que andar día a día, rectificando, aprendiendo, colaborando… amando

domingo, 8 de mayo de 2016

Carta a mi nieto en el día de su Primera Comunión

 Mis queridos nietos y nietas: En estos días  os iré recordando las cartas que en su día os escribí por si  os habéis olvidado, refrescaros la memoria. Os quiere mucho, mucho, vuestra abuela+


 
¡Vaya día, mi querido Ramoncillo! ¡Nada más y nada menos que tu Primera Comunión!
¿Sabes bien qué significa recibir por Primera vez la Comunión? Seguro que no, porque, a pesar de  tus sobresalientes notas, a pesar de tus constantes rebeldías, preguntas e inquietudes, muchas, muchas más de las que a tu edad corresponden, la fe, a la que tú hoy te adhieres, impulsado por padres,  familia y costumbres  católicas, es algo complejo, incluso para los mayores, así que, como otras veces, y no siempre con acierto, esta tu abuela, te quiere decir con pocas palabras, lo que entiende por recibir por primera vez la Comunión.
Verás, precioso, es algo así como asistir  a una fiesta, invitado por alguien importante  que desea te sientes con él a la mesa para celebrar su cumple, por ejemplo. Y claro, te preparas, te arreglas bien y te sientes contento porque, sobre todo, consideras un honor el que se haya acordado de ti. ¿A que esto lo entiendes? Bueno, pues, Jesús, del que tanto te han hablado, también invitó a sus amigos, sus discípulos, a celebrar con Él la última cena que iban a pasar juntos. Y compartieron mesa, pan y un traguillo de vino. Y les dijo más o menos: siempre que os juntéis comed este pan y bebed este vino en memoria mía porque yo estaré con vosotros.
Y tú, el domingo estás invitado a comer de ese pan y a beber –bueno, mojarte los labios- de ese vino. Así que será como el pacto  que cierre tu amistad con Jesús, pero, ¡claro, ya sabes! Los amigos se quieren, se respetan, se son fieles siempre en todo y, bueno, cuando vayas cumpliendo años, si así lo deseas, podrás ir ratificándote en la decisión de ser amigo de Jesús, que hoy, entre todos, hemos decidido. Sé muy feliz, vida mía y si eres un buen cristiano, lo serás, porque entenderás  que la mayor felicidad reside en el pacto de amor con la humanidad, pacto  que hoy celebramos contigo todos lo que te queremos.  Y tu abuela, un montón.



martes, 3 de mayo de 2016

Cruz de mayo con mis nietos

Mis queridos nietos y nietas: os cuento una anécdota de cuando yo era niña para que os riáis y penséis cuánto daño podemos hacer  a otros niños, porque eso es lo que pasó a mí, cuando era niña.  Y en el día de hoy, DXía de la Cruz, lo recuerdo y me río, pero  lapos muy mal.


Uno de los muchos dibujos que guardo demás alumnos/as


Cada año, al llegar mayo, el tema de las cruces me apasionaba. Los niños en general hacían sus cruces particulares, muchas de las cuales, hechas por personas mayores, resultaban ser pequeñas obras de arte. La mía era de confección particular. Quiero decir que me las tenía que arreglar sola para lo cual me servía de dos varetas, -nunca las conseguía derechas totalmente- que revestía con lacitos hechos de papel de seda que pegaba con gachuela. Después, en una caja de zapatos, adornada con el mismo procedimiento, la colocaba. La veo, sí la veo colocada, finalmente, sobre la cómoda con muchas estampitas alrededor, con grandes ramos de celinda, rosas, jazmines y todo cubierto de pétalos. ¡Qué feliz me sentía cuando  al fin podía contemplar aquel singular altar, allí, al alcance de mi vista, frente a mi cama! A veces, mis fervores me llevaban a exhibirla por la calle, como los demás niños que, de casa en casa, recaudaban unas pesetillas,  pero todo quedaba más bien en intentos porque mi padre no consideraba digno de mi condición el andar pidiendo.
Recuerdo, como algo espectacular, el altar que Andrés, el mosca, monaguillo de profesión, montaba en una habitación de su casa, frente al Colegio de las monjas. Creo que el hecho de ser monago le imprimía cierta autoridad entre la chiquillada, y tal vez, fuera la razón por la que su altar era el más elogiado y visitado, amén de que hasta incienso esparcía por la casa. 
Efectivamente, lo recuerdo como un monumento que ocupaba de forma escalonada toda una gran habitación. Cada tarde, simulaba decir Misa, y allí que acudíamos todos, pero no sé por qué extraña razón yo no le gustaba y en cuanto me veía aparecer, con mi velo tupido hasta la cintura, mi librito de Misa y mi rosario, se abría de brazos en la puerta y  repetía: tú no entras, nena, que eres mu fea. 
Un día le dije: si me dejas entrar te doy una “gorda”. Eso es muy poco; me tienes que pagar, por lo menos un real. Era difícil tener un real, pero, privándome de las chuches, propias de aquellos años, lo  conseguí. Y me dejó entrar advirtiéndome que no podía moverme. Un chiquillo, que no cesaba de reírse de mí, fingió una escandalosa ventosidad, cuando en silencio total esperábamos que Andrés comenzara la “Misa”. ¿Quién ha sido? –preguntó fulminante-. Y aquel niño, sin reparo alguno, exclamó: ¡la del banco, la nena esta  del banco! –me llamaban así porque mi padre era director de Banesto-. ¡Fuera, fuera, nena fea! –exclamó  Andrés-.
Y medio llorando llegué a mi casa derecha a refugiarme en mi torcida cruz pero, ¡vaya sorpresa! Mi cruz había desaparecido. La busqué pero pronto mi hermana me salió al paso: no la busques que la he roto: era un mamarracho, un perigallo de cruz.
A veces, cuando tanto se habla de acoso de bullying, tengo muy claro que yo fui víctima  de niños y hasta de niñas que abusaron de mi bondad y timidez.  Nada dije a mis padres, pero si alguna vez os sucede algo parecido, no lo soportéis en silencio. Contadlo y tendréis ayuda.