A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


sábado, 21 de diciembre de 2013

Consejitos para la cena de Navidad


Mis chiquitines preciosos.

Se acerca la Noche de Navidad, noche de cenas familiares y quiero, hoy, empezar por enseñaros algunas cosillas que debéis saber, o recordar, de cara a lo que  debe suponer sentarse a la mesa, pero empezaremos  por aprender y valorar lo qué  conlleva “poner la mesa”
Es cierto que  los días entre semana, tal vez no comáis todos a la misma hora  y más bien casi siempre corriendo, pero conviene que, al  menos una vez a la semana o en ocasiones como las que se nos avecinan se coincida, y suelen  ser  sábados y domingos.  
La comida, siempre que sea posible, debe celebrarse en el lugar preferente para ello y sin reparar en dificultades como abrir la mesa del salón, riesgos a estropear algo, distancia a la cocina, etc.
La comida es un acto de tal importancia y trascendencia que siempre, siempre  que sea posible hay que  tratarlo con toda la solemnidad. ¿Os suena gorda la palabreja?  Pues solemnidad, sí, como la que se da a los grandes acontecimientos porque no se trata de sustentar tan sólo el cuerpo, como en el caso de los animales, sino de aprovechar para “construir” también el alma
Sí, hay que tratar de vez en cuando de hacer de un acto tan repetido y hasta vulgar, si queremos, una “fiesta” a la que tendremos que dar  solemnidad  requerida   
Poner la mesa, prepararla para una comida familiar, es obra de arte que se debe practicar, ya que estimula el apetito y es el primer paso para crear un buen ambiente entre la familia.
Efectivamente, el sentarse padres e hijos a comer es algo festivo, ¡muy festivo!, que hay que saber valorar porque la vida, la felicidad radica en pocas, pequeñas pero importantes cosas, y ésta es una de ellas. ¿Acaso no es una gran alegría, felicidad estar  todos sanos, unidos y compartiendo una buena comida? Sí que lo es, y mucho pero hay que ser conscientes de ello.
Sin ir más lejos, cuando, junto me reúno con mis hermanos, recordamos  momentos de la infancia, y siempre se refieren, más que a ninguna otra cosa, a las horas de la comida. Pequeñas cosas compartidas que nos fueron forjando en   tolerancia, comprensión, en el amor mutuo, etc. valores que puedo comprobar son hoy una realidad en sus vidas, en sus familias.

Luego empecemos por tomar nota sobre cómo poner la mesa. 
La mesa, lugar por excelencia para comer cómodamente, se debe cubrir con un mantel limpio y bien planchado.  Los cubiertos, todos iguales, se deben colocar como si de una fiesta de invitados se tratara. Es decir, cuchara y cuchillo  a la derecha, tenedor  a la izquierda. De forma que el orden sea por preferencia del uso que se les vaya a dar.
Servilletas bien dobladas que pueden ser perfectamente de papel, a la izquierda.
Vasos de agua iguales, cada uno en su respectivo lugar,  e igual, copas de vino, si es costumbre que los mayores beban alguna clase de vino.
Platos llanos y hondos. Si es posible los de esa vajilla que se guarda y que jamás se usa. ¿Qué mejor ocasión que disfrutarla cuando todos compartimos mesa.?           
Conviene poner algún recipiente apropiado para huesos de aceitunas y otros posibles pequeños desperdicios, aunque es preferible, si se ponen aceitunas, que sean deshuesadas. Los huesos pueden producir mal efecto.
Bonita panera con el pan troceado.
Juego de vinagreras por si hay que añadir sal, vinagre o aceite a la comida.
No estaría de más, no es ninguna  cursilería, que, al menos, los días festivos, colocáramos  un ramito de flores en medio de la mesa.
Es importante que el poner la mesa sea ya el prólogo de momentos festivos.
Recuerdo con nostalgia cómo de niña mis seis hermanos y yo, a la hora de comer, andábamos alrededor de la cocina esperando el momento que mi madre dijera a la asistenta: Ya se puede ir poniendo la mesa. Algo que, por cierto, era el diario de almuerzo y cena porque en aquellos tiempos todos comíamos a la vez y siempre a la misma hora.
Poner la mesa, mis queridos nietos, es algo que hay que hacer entre todos. Seguro que os divierte al tiempo que os sentiréis   colaboradores del evento.  
Me hace gracia recordar cómo Gabriel, a sus dieciocho meses, con gran alegría,  transportaba pequeñas cosas de la cocina, a la mesa o viceversa en espíritu de colaboración que le hacía sentirse útil, feliz..
Y esto no termina aquí. mañana sigo con algunos consejitos más para que lo tengáis todo a punto el martes por la noche. Os quiero,lindos míos.