A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


viernes, 2 de diciembre de 2016

Abuela, quiero ser famoso

 Mis queridos nietos y nietas: A veces me preguntáis que  cómo se  hace uno famoso, y ya os he contestado alguna que otra vez, pero hoy, una nueva pregunta y una nueva contestación.
Una de la madrugada.  Hora en la que amainan  los vaivenes del día y escucho los ecos de vuestras ingenuas pero trepidantes preguntas, mis queridos nietos, que  vienen a ser como legítimos deseos de todos los seres humanos, que empiezan a despuntar en vuestros crecientes  anhelos.
Y aquí,  cuando el tráfico de la Avenida enmudece, cuando los  semáforos parecen exhibir sus colores en todo esplendor, cuando los plataneros proyectan sombras fantasmagóricas en mi salón y cuando Córdoba es un hormiguero de luces, quiero  terminar de leeros la carta que escribí a mi Gonzalo con motivo de su primer gol, de aquel que, según sus pocos años, le dio el salto a la fama. Sí, en aquella ocasión se la dediqué a él por ser el protagonista de la historia y porque era el primero que rompió a participar en aquellos ingenuos eventos colectivos, pero hoy, los ocho sois  destinatarios de cuanto en aquella carta le decía y es por ello que la repito en plural: os pertenece.
Le decía  algo así: duerme y sueña, pequeño, con tu “televisivo” primer gol, y sigue creyendo que el mundo entero te reconoce por él, porque, mientras así pienses, el don maravilloso de la ingenuidad seguirá palpitante en el rutilar de esos tus ojillos negros. Pero, al mundo,  mis queridos nietos, si optáis por la libertad, ya lo aprenderéis, vuestros éxitos le importarán un bledo, o lo que es peor: se conjurarán para arrinconaros y hundiros, pero lo importante, lo único, aquello que os hará felices y vivir con el alma en paz, será la conciencia de no haber dejado en blanco ni una sola página del libro de vuestra vida. Ése, sólo ése, será el gran “GOL”, el auténtico triunfo y tal vez la auténtica fama.
Tenéis que distinguir entre triunfo y fama. el triunfo es el  gozo  y la paz interior   del deber bien hecho y en libertad plena. La fama es lo que  te llega de afuera y depende, casi siempre, de lo que paguéis a cambio de ella. Es cierto que todos queremos ser famosos. Nadie quiere quedarse perdido en un fondo. No obstante, es bueno que conozcáis la condición humana y que os conozcáis a vosotros mismos, porque sucede.  que para mucha gente este legítimo deseo se convierte en una especie de obsesión, en una necesidad tan vital que están dispuestos a todo por tal de lograr ese lugar que consideran de privilegio y así llenar ficticiamente vacíos interiores y vivenciales.
Y, ¡claro! el deseo, como os digo, es legítimo, pero la fama, el protagonismo hay que ganarlo. No, no se inventa a consta de avasallar, desplazar, robar y ocupar espacios que pertenecen a otros.  Es justo y muy digno el reconocer méritos al otro, y dice mucho de la persona que sabe, humildemente, quedar a un lado, aunque eso es bien difícil.
 La fama, que tanto deseáis y tanto os gusta, se ha constituido en un síndrome psíquico que impulsa a muchos seres humanos a ser extravagantes, creídos, soberbios…, haciéndoles creer que son lo que realmente no son y cuando descubren algún conocimiento  o valor especial o cuando  saben de ciertas virtudes,  circunstancias de la vida de los demás, muchas veces, en lugar de aplaudir, descalifican y tratan de anular al auténtico protagonista. 

 Pero no olvidéis algo que os dice vuestra abuela con el corazón y su verdad  en la mano: El águila vuela sola; el cuervo en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía y el sabio de soledad. Esto no quiere decir que os aisléis del mundo sino que seáis dueños de vuestras vidas  sin pagar precio alguno. Os quiero muncho.