A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


domingo, 23 de diciembre de 2012

Carta a mis nietos el día de Navidad



Córdoba 24/diciembre/2012

Mis queridos nietos y nietas: En el colegio, en vuestra casa, lo más seguro será que  hayáis leído os hayan contado el relato del nacimiento de Jesús hace dos mil años doce años. No obstante, imaginaos que naciera esta noche en una gran ciudad, por ejemplo, en Córdoba. No hay pastores, ni leñadores y apenas  mulitas y bueyes. El panorama sería bien distinto y yo lo veo más o menos como en esrte cuento que he escrito para vosotros y para todo el que quiera leerlo.
A ver que os parece:

Aconteció en estos días, que se promulgó una ley de extranjería por la que los sin papeles tendrían un plazo entre siete y treinta días para retornar voluntariamente a su país de origen.
Un matrimonio de extranjeros, José y María, con la mujer en avanzado estado de gestación, llegados en patera y que buscaban trabajo en España, caminaban sin rumbo en la noche. Encontraron refugio en una chabola abandonada a las afueras de una gran ciudad.
Sucedió que el segundo día de pernotar en aquel lugar una grúa municipal los desahució, dejándolos a la intemperie una noche muy fría de un veinticuatro de diciembre del año dos mil doce.
Abrazados, retomaron el camino, Repentinamente se vieron obligados a detenerse y buscar nuevo refugio ya que la mujer presentaba síntomas de eminente alumbramiento.
El hombre llamado José, divisó a lo lejos los arcos de un centenario puentecillo. Allí, María –dijo-, allí podrá nacer nuestro hijo.
Y el niño nació y la mujer lo recubrió con su propia ropa y lo recostó en un cálido montón de pacto, junto al fuego preparado por José que daba calor al niño.
Aquella madrugada, trabajadores de una fábrica cercana, al cambiar de turno, los encontraron y le ofrecieron alguna prenda de sus ropas y algo de comida, prometiéndoles dar cuenta a los Servicios Sociales para que les ayudasen. Así, al día siguiente, se personaron, tres mujeres provistas de todo lo necesario para atender al niño y darles cobijo durante el tiempo preciso para que retomaran camino a su país.
Hasta aquí mi visión, hoy, de la Navidad, porque, mis queridos nietos, el mundo, la patria no es propiedad heredada con papeles, sino cielo, dicha y dolor de todos.
¿Sabéis qué es solidaridad? Pues, eso, respeto, igualdad, responsabilidad...
Solidaridad, pues, mejor que caridad. La caridad es humillante porque se ejerce desde arriba; la solidaridad es horizontal  y eso quiere decir que no hay unos por encima de los otros.
Ése, y no otro, es el espíritu de mi Navidad.
¿Qué os parece? Preparaos que esta noche, sí, habrá aguinaldo pero también llevaré el cuaderno para que todos y cada uno escribáis al menos una frase que recuerde esta noche de familia y recuerdo, presencia de ese niño nacido en la noche sin más casa que el cielo por techo.
Os quiero mucho y quiero que seáis siempre conscientes de las grandes injusticias de nuestro mundo para que aportéis vuestra porción de ayuda en favor de los más desafortunados.