A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


martes, 2 de abril de 2013

Carta a mi nieto en su mayoría de edad

A mi nieto Gonzalo al cumplir la mayoría de edad


Busca y encontrarás siempre,
la pequeña luz de un faro que te conduzca a buen puerto.

Un día ya muy lejano, te escribí esto:

Noche de verano

Ven, mi niño, ven y siéntate sobre mis rodillas que juntos vamos a gozar del fresco de esta noche de verano, junto al mar que se mece en olas tan chiquititas que apenas si son un leve rizo que se extiende por la superficie de sus aguas transparentes.
¡Mira, mira qué maravilla de negro paisaje. No obstante, ¿ves aquella lucecita que a lo lejos se apaga y se enciende? Es un faro, una luz que sirve de guía a los navegantes. Pequeños destellos que indican el camino a seguir para no extraviarse.

Tú, mi pequeño, que, con ojos de sueño te coges una oreja, llegará un día que, caminando solo, encuentres oscuridades que parezcan, que quieran entorpecer tu camino de ilusiones y proyectos, pero busca y no te des por vencido, porque encontrarás siempre el faro rojo que te advierta de los peligros y el faro verde que te dé paso y anime a seguir.

Bueno, mi querido nieto: Seguro que ni idea de estas palabras que te dediqué, cuando eras un mico y caminábamos un día por la playa. Pues ahí te las transcribo porque al cumplir los dieciocho años, al tener que tomar vuelos y salir del “nido”, a medias palabras vas expresando tus temores.

Y los entiendo hasta el punto de que desearía “volar” contigo para preservarte de esas malditas oscuridades a las que, intuyendo, temes. Pero eso tan solo sería un parche pasajero. Nacemos solos y morimos solos. Y con eso te quiero decir que si los dos eventos más difíciles de nuestra existencia, los tenemos que afrontar en soledad, ¿por qué temer a lo demás?

¡Venga, lindo! No hay más camino negro que el de los “ciegos” de alma y la tuya es blanca y radiante. Romperás oscuridades e iluminarás  y como faro, te buscarán y darás luz a anavegantes perdidos.

El beso más grande del mundo de tu abuela ¿”natillas”? Hoy, sin falta, te las hago.