A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


miércoles, 23 de octubre de 2013

Más consejitos para mis nietos y nietas




¿Os acordais de los huesos de nísperos que 
sembré en una maceta el año pasado?
Pues, mirad cómo están. Le hice la foto esta madrugada.
Para que veáis cómo para recoger hay primero que sembrar.
Ahora me siento feliz con tan  bello árbol en mi terraza.

Mis queridos nietos y nietas: ¡Pues que un plis-plas os habéis convertido en adolescentes  y que  cada vez  os importan menos la fiestas del cumpleaños y más  las interrogantes que os van  creciendo día a día y a toda prisa! 
Me alegra mucho  de que así sea, pero tendré que dejar mis cartas y dibujitos para los chiquitines de la tita Belén, pero no pienso olvidarme de vosotros, ¡qué va! En ese despertar a la vida quiero estar más cerca que nunca de vosotros, bien tratando de dar respuestas a vuestras preguntas, bien como hoy, exprimiendo en estas páginas las cosillas que he ido aprendiendo por el camino que ya es largo. Son consejitos, pero, ya lo sabéis: no me gusta ser abuela de sermones ni de dar  la lata con mis experiencias. 
Por eso, ahí están. Si queréis, "cogedlos" y si no, dejadlos. Lo importante será que un día podáis escribir vuestras mejores experiencias de vida. Os quiero.
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No caigáis nunca en la tentación de copiar cosas. Pensad que cualquier original será siempre  mejor que la mejor fotocopia.

Si alguien tiene especial fe en cualquier práctica, que no perjudica a nadie, no tratéis de demostrarle que está equivocado, aunque lo esté. Sería como robarle un recurso que le ayuda a vivir.

Si un niño/a comete un error, y es consciente de ello, pero ya no lo puede corregir, guardad silencio, porque, seguro que  ya lo ha corregido.

Cuando encontréis a un orgulloso, no discutáis con el. Será la mejor forma de que entienda el orgullo de  ser grande de verdad.

Dadle siempre al otro oportunidad de quedar bien, aunque tengáis que adelantaros improvisando una mejor interpretación.

No escuchéis  a los que hablan más de la muerte que de la vida, porque la muerte no tiene remedio; la vida, sí.

Cuando habláis, hablamos  de la gente, pensamos en los demás, y los demás, cuando se refieren a la gente, piensan en nosotros.

Coleccionad momentos. Cuando los suméis, comprobaréis que el total puede ser la única felicidad posible.

Sed conscientes de dónde ponéis vuestros pies no sea que en lugar de grabar una huella, piséis, borréis la de otro ser humano que os precedió en el camino y puede que con mejores pasos.  

Antes de juzgar al otro, deteneos unos momentos y poneos en su lugar.

!Y ya está bien, abuela! 
Ya lo sé, nietos/as. ¡Como que os ibais a quedar calladitos, so feos!