A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


martes, 4 de febrero de 2014

Carta de despedida a mi neto Gonzalo



Mi querido
Gonzalo: No sé por dónde empezar esta carta que una vez más te escribo, aunque en esta ocasión me faltan palabras  para expresarte lo que siento y deseo. Te vas muy lejos, al menos para mí, y tardaré meses en volver a verte, a hacerte natillas con muchas galletas y canela y a darte ese montón de besos que me nacen cada día para ti. Fuiste mi primer nieto en años en los que la soledad por el fallecimiento del abuelo me pesaba  como nunca -¡ojala!- llegues a entender. Aquella cama con su sitio vacío que era como si me sintiera partida por la mitad, la llenaste tú en noches que  tu madre, consciente de mis sentimientos,   maravillosa como es, te dejaba dormir conmigo. Eras como un diminuto envoltorio de mágicos sueños que cancelaba mis insomnios y hasta el dolor de  aquella palpitante gran  ausencia.
Sí, mi querido nieto. Fui testigo de tus primeras sonrisas, gorgojeos, testigo de aquellas primeras medio palabras que  traducía en los más bellos cantos que de madrugada me podía entonar  el amanecer . Después, pasado unos años, te llevé a la guardería, al colegio… ¿Te acuerdas de todas aquellas  ingenuas, inteligentes y hasta divertidas  conversaciones que venían a ser, juegos, ante todo? Abuela, ¿por qué los casaderos no les dan casas a los que no tienen? Abuela, el grillo sí está muerto: está seco y bocarriba. Abuela, si los pobres no tienen dinero que vayan al cajero como va mi padre y se los da. Abuela, yo me voy a comprar un Renault amarillo… Después llegaron grandes días: Primera Comunión, instituto, universidad y ahora el trampolín que te lleva lejos. Es evidente que has crecido, y yo que he sido testigo de todos y cada uno de tus días, doy gracias a Dios por el regalo que  fuiste, que eres y seguirás siendo.
Nuevos horizontes te esperan, y me alegro, a pesar de que me provoquen   penilla de que así sea. Vas a despegar vuelo, lejos del hogar y de la familia que tanto amas, pero encontrarás que cada rincón del mundo puede ser hogar, calor y vida cuando llevamos dentro el rescoldo de valores grabados en el alma, y cada ser humano, criatura idéntica a ti, a   todos.  Sigue siendo generoso, divertido, bueno como los has sido siempre, pero vive atento a los ladrones que quieran robar tus “tesoros”. Estoy segura de que eres consciente de esta oportunidad que te da la vida, que te dan los mejores padres del mundo, y que yo, a excepción de las natillas -poco más puedo darte- quiero contribuir con mi  cambio de penilla por una gran alegría: Sí, mi Gonzalo es ya un hombre.
Cuando empezabas a dar tus primeros pasos y encontrábamos alguna dificultad, yo te quería ayudar, pero tú te soltabas de mi mano y repetías: “Yo tolito”. Por eso, solito, sin grandes problemas, te enfrentarás a otra vida, costumbres, idioma, te enfrentarás  otra gente...   No obstante, sabes que no estás solo que aquí todos estamos contigo, te queremos y esperamos. El beso más grande el mundo para cada mañana y tarde que estés lejos. Abuela Isabel.