A mis nietos y nietas


Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.

Vuestra abuela que os quiere tanto...


lunes, 29 de abril de 2013

Hablando de plantas con mis nietos y nietas



Saben que me siento orgullusa de ellas.


Mis queridísimos nietos y nietas: Ayer, mientras comíamos todos, como es costumbre los sábados, le enseñaba fotos de mi iPad al tito Ramón. Eran fotos de mi terraza. Ángela, que estaba  cerca de mí, exclamó: Abuela, ¿y para qué quieres tantas plantas? Más que una terraza parece una selva.
Bueno, me sonreí  sin más porque no era momento de explicar por qué y para qué esa selva de mi terraza.
Pero hoy, tranquilita, temprano, como todos los días, y con fotos que he hecho a propósito este amanecer para mi linda Ángela, estoy lista para hablaros, deciros a todos, que más o menos, seguro que os traen sin mucho cuidado las plantas, para qué las quiero.
Lo primero y principAL porque son seres vivos y eso quiere  decir, como bien sabéis, que precisan alimento y cuidados para no morir.
Lo más importante también es, y de eso, estáis a cero patatero, que, al igual que nosotros, precisan cariño y atención.
Os cuento, una cosita: En una ocasión fui a visitar a una persona muy importante. En la salita de espera, sola, frente a mí, una maceta grande, muy grande pero de hojas caidas, de un verde pardo, llenas de polvo y tierra muy seca. Estuve  rato esperando y os aseguro que la planta me habló. ¡Que sí, que yo entendí lo que me quería decir!: Nadie se ocupa de mí. Me riegan cuando se acuerdan y aquí estoy de adorno como puede estar un cuadro o un jarrón...
Sentí pena y con un pañuelo traté de limpiarle las hojas en el momento que me dieron paso al despacho de aquel personaje con el que me iba a entrevistar, pero casi se me olvidóa a ´qué iba. Lo primero que le dije fue cómo aquella planta precisaba cuidados y cariño. ¡Bueno, bueno, la cara que se le quedó!, pero llamó a alguien para que se ocuparan de aquella maceta y después, todo con él me fue de primera.
En fin, que las plantas nos necesitan y que yo, cuando me siento mal por algo, se lo cuento a ellas y no estoy loca ni nada de eso. Sé, eso sí, que todos los seres vivos podemos cominucarnos porque el lenguaje del amor lo entienden hasta las fieras.
Y mi jardín, mi pequeña selva, me responde con amor que son sus  lindas ramas, hojas y flores.
                             

AMANECERES EN MI "SELVA"