Mis queridos nietos y nietas: ¡Ea, ya de
vacaciones! Y lo más importante, con muy
buenas notas porque es el fruto de haber estudiado con responsabilidad. Algunos
me habéis dicho que os han puesto tareas para el verano. Bien sabéis que no soy
partidaria de que os hagan trabajar
en tiempo de ocio que os corresponde,
pero hay que aceptar lo que no nos
guste, cuando son mayores o profesores
los que no lo imponen.
Bueno, por mi parte, como maestra, como madre y
ahora como abuela lo que quiero recomendaros es que leáis todos los días, aunque sea poco pero no
dejéis pasar un día sin leer algo, porque la lectura es la mejor forma de
aprender y seguir en línea con los conocimientos.
Para este verano os voy a ir proponiendo algunas
cositas escritas por mí para que, como mínimo, las leáis y sería súper bueno
que tratarais de escribir algo vosotros.
Hoy se trata de un guioncito de mi nueva obra,
titulada, como veis en la foto, Teatrillos de bichitos. Son muy sencillas de leer,
e incluso de memorizar y de representar para
pasar un rato divertido en la playa, en el campo o en vuestro barrio.
Cuando yo era niña, mis juegos favoritos con las amigas era, precisamente,
esto: hacer teatrillos.
¡Ah! Y los Consejitos no se han terminado. Irán cayendo de vez en cuando.
Venga, leed y a ver qué se os ocurre.
NARRADOR: esta es la historia de un saltamontes presumido que de un lado para otro saltaba y repetía: ¡Que una, que dos y que tres! ¡De un salto adelanto a diez!
¡Que una, que dos y que tres! ¡A ver quién se atreve conmigo a correr!
NARRADOR. Un caracol que andaba por allí, le dijo:
CARACOL: ¡Vaya si corres, saltamontes saltarín. Ten cuidado,
no obstante, te vaya a entrar un pisco en la nariz.
SALTAMONTES: (Sin dejar las carcajadas) ¿Por quién me tomas,
enano? Eso te pasará a ti que de lento que eres, con dos pasos, te echas
a dormir.
CARACOL. ¡Bueno,
bueno, tal vez lleves razón! Soy un enanillo a cuestas con un caparazón. Pero
antes o después, llego a mi destino que es lo que importa, saltamontes
presumido.
NARRADOR: El saltamontes con grandes carcajadas se despidió:
SALTAMONTES. ¡Adiós, chiquitín! Por si me entra un pisco, me
taparé la nariz. ¡jajaja! ¡Que una, que dos y que tres! ¡De un salto adelanto a
diez! ¡Que una, que dos y que tres! ¡A ver quién se atreve conmigo a correr!
NARRADOR: El viento que andaba cerca lo oyó y quiso darle
una lección.
VIENTO: ¡Hola, bichito saltarín! ¡Qué contento estás!
Detente un momento que vamos a hablar.
SALTAMONTES. ¿Acaso me quieres como el caracol desafiar?
¡Anda, anda, vete por ahí a soplar! Yo corro más que el viento, más que el
gamo, más…
VIENTO: ¡Un momento, por favor. Pongamos las cosas en su
sitio: tú no eres corredor. Digamos que salteador.
SALTAMONTES. ¡jajaja!
¿Y qué más da? Verás: Que una, que dos y que tres, de un paso adelanto diez…
¿Qué te parece, vientecillo enterado? ¡Mira, mira que atrás te has quedado!
¡Jajajaja! Con tres saltos me han
bastado. Tú, como el caracol, eres lento y apenas se te nota. No tienes alas,
no tienes patas, no puedes andar, no puedes correr y mucho menos saltar…
VIENTO: ¡Te desafío, fanfarrón! Cuando quieras comenzamos la
maratón! Te doy ventaja. Ya puedes correr que yo iré detrás, la meta, el río
que bien cerca está
NARRADOR. El viento algo enfadado por tanta arrogancia, se
dijo:
VIENTO: El saltamontes no sabe que puedo ser huracán y que
de un soplo tan solo, puedo mandarlo al hospital. Allá que voy. Para que
aprenda a no ser presumido, le voy a dar una lección y seguro que del susto
hasta se le cae el pantalón.
NARRADOR. Y el viento empezó a soplar con tanta fuerza que
el saltamontes se caía al saltar, se mareaba y las patas le flaqueaban.
SALTAMONTES: ¡Ay, ay, mis patas se van a romper! ¡Ay, ay,
será mejor descansar! El viento debe estar lejos y la apuesta no me va a ganar.
NARRADOR: Pero cada vez que intentaba saltar en vez de hacia
adelante iba hacia atrás.
SALTAMONTES: ¡Ya sé, ya sé, el viento me ha traicionado, de
suave y lento que era en huracán se ha transformado. Está visto que no hay
piedad, que lo único que importa es llegar el primero, ganar.
NARRADOR: El viento, dejando de soplar, a su lado se posó y de esta manera le habló:
VIENTO: ¡Bueno, bueno! ¿Me tachas de traidor? ¿Me tachas de
no tener caridad? ¡Piensa, piensa, bicho grandullón y entenderás que todos
podemos hacer daño, si queremos, pero es mejor parecer pequeño, enanito
inofensivo y hasta dejarte ganar porque lo que importa es no querer ser más que
los demás. Todos podemos servir para cantar, saltar, volar, soplar… Todo a su
tiempo, ¿entiendes? Más pensar y menos desafiar.
SALTAMONTES: ¡Vale, vale, viento de huracán, que me has
dejado cojo y ahora, ¡ni andar, ni saltar, ni volar!
VIENTO: No te quejes tanto. Pronto sanarás, si decides que
tus saltos sirvan para algo más que fanfarronear.
NARRADOR:Pasito a pasito llegó el caracol y al ver al saltamontes así
exclamó:
CARACOL: ¡Vaya! ¡Al fin nos encontramos! Te veo triste y
aburrido. ¿Acaso algo te ha sucedido?
SALTAMONTES: (Titubeando)
¡Bueno, no, que diga sí, que el viento me dio una lección y una pata se me ha
roto por creído y fanfarrón.
CARACOL: ¡Eso no es nada! Si quieres, te puedo ayudar. Con
un poco de mi baba puedes sanar.
SALTAMONTES: (Extrañado)
¿Qué dices? ¿Te ríes de mí o eso es verdad?
CARACOL: Toma. Úntate en la pata y lo verás.
NARRADOR: Y el saltamontes, en un instante curó y loco de
alegría las gracias le dio.
SALTAMONTES: (Dando
saltos) ¡Que una, que dos y que tres! ¡Ya puedo saltar otra vez!
NARRADOR: La voz del viento a lo lejos retumbó:
VIENTO: Te lo dije, saltamontes: Pronto sanarás, si decides
que tus saltos sirvan para algo más que fanfarronear. Dale gracias al caracol
que su baba te dio, así pasa siempre con las criaturas del Señor.
SALTAMONTES: ¡Sí, sí, eso haré! De un salto, la vida de
cualquier bichito salvaré y saltaré para jugar, para alegrar la vida mía y de
los demás. ¡Que una, que dos y que tres! ¡Ya sé, ya sé, todos los días hay algo
que aprender! ¡Gracias, gracias, caracol. ¿Nos vamos juntos a tomar el sol?
NARRADOR: Y este cuento se acabó. El viento se fue lejos y
el saltamontes y el caracol, repitieron juntos:
SALTAMONTES Y CARACOL: (Con el brazo por encima caminan y
cantan)
A la una, a las dos,
al cien y al mil,
vamos juntos a jugar,
a trabajar y a dormir.
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