Que nuestra luz la gastemos
al servicio de los demás,
al menos en estos días de Navidad
Queridos nietos/as: No, no me voy a olvidar de nuestra genealogía, pero la iremos simultaneando con cuentos y otras cosas de Navidad porque ya va quedando poquito y hay que prepararse.
Hoy un primer cuento.
EL HADA DE
LOS CAMINOS
Dos hombres
caminaban juntos por un camino y en una noche negra: tropezaban, caían,
se lastimaban... De pronto, de una montaña, comenzó a descender una bola
luminosa que, ante el desconcierto de aquellos hombres, llegó hasta la
tierra, posándose, justo, en medio de ellos.
.¡Hola!
-dijo una voz musical-. Soy el hada de los caminos que he venido para
ayudaros. Os he visto caminar con tanta dificultad.... Voy a regalaros unas
varitas mágicas. Podéis encenderlas cuantas veces queráis, pero tened
presente que la luz se irá gastando y puede llegar el momento que ya no
alumbren más.
Y dicho
esto, le entregó las varitas y desapareció.
Uno de los
hombres exclamó.
-¡Bien! La
encenderé en seguida; tengo prisa y quiero caminar con mucha luz
para no volver a tropezar.
El
otro hombre dijo:
-Yo
prefiero guardarla por si encuentro mayores dificultades; el camino es largo.
En
poco tiempo los dos hombres se distanciaron. El hombre que había guardado su
luz, caminaba con precaución, cuando oyó una voz que repetía:
-¡Socorro!
¡Que alguien me ayude; me he caído en un pozo y no veo nada!
Entonces,
el hombre que llevaba la varita apagada, la encendió y ayudó a salir del pozo
al pobre hombre que gritaba.
-¡Bua,
buaaa..! -lloraba un pequeño- ¡Tengo mucho miedo. Me he perdido y no sé
volver a casa!
El
hombre volvió a encender su luz para ayudar al niño. Así, a lo largo del
camino, tuvo que ir encendiendo su varita luminosa para ayudar a cuantos
caminantes andaban perdidos. Sucedió que, de pronto, oyó los quejidos de
alguien que pedía ayuda. Era el compañero caminante que habiendo agotado
su luz, yacía mal herido en el camino. Cuando fue a encender su varita se
encontró que ya se le había gastado; no tenía más luz.
-Te
ayudaré, amigo. Has malgastado tu luz y ahora volvemos a estar los dos a
oscuras. Pero, ¡oh milagro! El hada apareció de nuevo.
-Como has
sido tan generoso -dijo- te convertiré en estrella del camino para que siempre
des luz a los caminantes.
El hada
desapareció, pero el hombre, convertido en estrella, se encontró, sin saber
cómo, guiando a unos Reyes Magos que iban a Belén para adorar al Niño Dios.
Así, tras su luz, encontraron al Niño, y el hombre convertido en estrella,
sigue en el cielo guiando a todos los caminantes, y cada año, vuelve a
ser la estrella muy brillante en todos los belenes del mundo.