alas de mariposa,
ala de hada,
alas de bailarina,
alas de princesa
Y pudieras volar
de rosa en rosa.
Mi querida y linda nieta Isabel: De nuevo el día de tu
santo y de nuevo mis palabras, a pesar
de que os dije que ya solo felicitaría
con carta a los chiquitines de la tita Belén, pero son tantas y tantas las
cosas que quisiera decirte…
Es verdad que ya no
eres la pequeña de muñecas, casitas y juegos. Te has convertido en una
jovencita muy linda, y lo sabes, pero hoy
te voy a recordar un cuento que me regalaste un día escrito por ti sin
que haya cambiado nada; ni tan siquiera una coma. Por cierto, tenías diez
añitos. Casi seguro que no lo recuerdas, pero esta abuela guarda
con llave todas vuestras cositas.
Vamos primero al
cuentecito:
LA NIÑA QUE QUERÍA
SER ESTRELLA
Érase una vez, una
niña que todas las noches soñaba con ser una estrella. La niña se llamaba
Sandra y tenía 10 años. Sus sueños consistían en poder ser una estrella y desde
el cielo ver a toda la gente y las cosas que hacen. Ella quería viajar en avión
para conocer una y casi tocarla.
Un día en una tarde
soleada su madre le anunció que en las vacaciones irían a una ciudad que estaba
muy lejos y que viajarían en avión. La niña se puso a chillar de contenta y se
fue corriendo a anunciárselo a su mejor amiga Blanca.
Pasados tres meses,
por fin llegó el día. Viajaron en avión y Sandra iba con la ventana abierta, de
repente entró una cosa amarilla que brillaba mucho, y Sandra que no se lo
esperaba pensó que aquella cosa era una estrella.
Y cuando la vio de
cerca, era verdad era una estrella muy bonita y se puso a hablar con ella. La
estrella le dijo que no era tan divertido ser como ella porque no se divertían tanto como
los humanos, todo el día estaban durmiendo y solo salían por la noche.
La niña, que era muy
astuta le dijo que si le podía pedir un deseo, y la estrella se lo concedió. Le
pidió que cada noche que pasara ella
pudiera verla como un lucero cuando brilla. Y desde ese día la niña
desde su habitación siempre veía un lucero que brillaba mucho, esa era su amiga
la estrella.
Y con esto quiero
decir que lo que uno desea siempre se puede hacer realidad aunque sea en tus
sueños.
Hasta aquí tu
precioso cuento y tu conclusión que la leo y releo y siempre me emociona. Y hoy
te la quiero recordar para que no dejes de soñar, ante todo y sobre todo, con
seguir cumpliendo años, haciéndote mayor, pero luciendo siempre la luz blanca de las estrellas que no es otra cosa
que vivir de cara al mundo que te rodea para estar lista en colaborar con tus
actos a hermanarte con todos los seres humanos y entender que el
amor, la ternura y todos esos valores de los que os vengo hablando sea como la bandera que todos vean en ti.
Te quiero muchísimo y
te sigo repitiendo aquello de…,. Cuando te miro me veo, mi preciosa nieta
Isabel, en tus juegos, deseos, sueños…. en tus
inocentes deseos de mujer.
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