A mis nietos en general, pero en especial a mi nieto
Gonzalo que un día de Navidad me dijo: Abuela, yo quisiera saber algo de mis
bisabuelos, abuelos…
Y yo le contesté: Lo sabrás porque te voy a dedicar un
librito en el que te voy a presentar a
todos. Tienes unas raíces, una familia
espléndida y no puedo dejar que la ignores.
Ya eres un hombre como has demostrado
en tu convivencia en Escocia
Mi querido Gonzalo: ¿Cuántas obras y artículos te he dedicado? Creo que
no me puedes contestar porque, hasta ahora, a tus quince años ya, no te has
empezado a hacer preguntas. No me preocupa nada el que no lo sepas porque estoy
segura de que, pronto, muy pronto, sentirás curiosidad por conocer qué cosas
escribí contigo como protagonista. ¿A que sí?
Ayer, después de la comida navideña, me dijiste algo que me caló hondo:
Abuela, quiero saber cosas de toda mi
familia. Pues, yo te las voy a contar, hasta dónde sé –te contesté-. Pues
resulta que vas a tener la suerte de conocer
cómo eran tus tatarabuelos, bisabuelos y abuelos por parte materna. ¿Y
hasta donde sabes, abuela? Ya te lo he dicho. Recuerdo, ¡cómo no, a mis padres
que son tus bisabuelos y recuerdo a mis
abuelos que son tus tatarabuelos. Los conocí a todos. ¿A qué es una suerte? Sí, pero
yo tengo otros abuelos y también quiero saber de ellos –añadiste algo enojado
por mi respuesta que pensabas los excluía-. Eso me parece estupendo pero yo no
puedo hablarte de lo que no conozco. Solo a tus abuelos, pero de eso te podrá
informar tu padre. ¿Que no conoces a mis abuelos y estás harta de hablar con ellos? ¡Claro que los conozco, al igual que a otra mucha gente! Lo que quiero
decirte es que ellos pertenecen a otra familia, tienen otras raíces…
Hiciste un gesto como de no entender bien de qué te hablaba. Fue
entonces, cuando te puse el ejemplo: Verás, las personas, para que lo entiendas, somos como tallos, de un
gran árbol que puede parecer igual a otro, pero tiene sus propias raíces,
ramas, tallos, hojas frutos… Quiero decir que las familias son como los
árboles: cada una tiene su historia, sus orígenes, sus raíces… ¡Ya, ya lo entiendo! –exclamaste-. pero, ¿entonces mi padre de qué árbol,
de qué familia es?
Me di cuenta de que a pesar de tus quince años estabas hecho un pequeño
lío por lo que cogí bolígrafo y papel y te hice un dibujo, explicándote algo, pero hoy quiero que entiendas bien qué importante es conocer nuestras raíces y es por eso que te voy a ir haciendo el árbol genealógico y explicándote cada paso: