AQUÍ,
frente al mar (fue otro día), en este camino blanco que la luna llena abre, estoy. ¡Cuánta
belleza...! ¡Detente mar...! ¡Detente,
luna...!
¡Que las
olas corran por el mundo y se tornen abrazos de paz! ¡Que mis brazos se
alarguen al amigo y colmen de ternura su alma!
No quiero
perder este atajo de luna y mar por donde mis pasos caminan, sin miedo, y se
emigran, persiguiendo un sueño. ¿Me
moriré siendo crédula? ¿Me moriré siendo sabia? ¡Y qué más me da! ¡Me es indiferente, creo! ¡Ahora, sólo mar,
luna, silencio, soledad y yo!
¡NO te
vayas, avecilla de los mares! Te veo y me veo, surcando noches y días en tempestad y calma, siempre dibujo de un
horizonte donde cielo y mar, se aúnan en abrazo de paz, de
calma sin final.
No te
vayas, y si te vas, espera: ¡me voy contigo! No a la soledad, no a la noche sin
estrellas, sin lunas, sin amaneceres... Quiero emigrar de este mundo en el que
busco algo que no existe…
¿Emigrar, huir, desertar...? ¡No, no...! ¡qué cobardía!
¿Abandonar a
niños, ancianos, abandonar pateras, refugiados, enfermos…?
Poco o nada
puedo hacer pero, me quedo, avecilla, al
menos mis pobres palabras se izaran
clamando justicia para tantos seres humanos
de alas cortadas, de pies descalzos, de bocas selladas...
Y sobre
esta fría pantalla deposito un beso, dos, tres... ¡muchos besos!,
para
vosotros, compañeros. amigos de tantas
horas compartidas en este inmenso
paisaje, en este gigantesco océano de Internet por donde todos navegamos,
guardando lágrimas, dolores, ttistezas…
Pero nadie es anónimo, ignorado para mí, porque noto cómo me late el amor, la compasión
y cómo entiendo que, unos y otros somos... sí, todos pobres náufragos de un
sólo día: de éste.