Mis queridos nietos y nietas: Aunque ya os he hablado de la privacidad, hoy quiero que los mayores leáis este artículo mío del Diario Córdoba en las páginas de Educación. Será una forma más de adquirir conciencia de este gran valor, hoy día tan pisoteado.
Así que os toca leer:
MAESTROS
DIARIO CÓRDOBA/ EDUCACIÓN
01/10/2014
El derecho a
la intimidad implica que por nada del mundo se puede invadir la esfera de
otros, como pretenderíamos se hiciera con
la propia. Frase de Luis G. Carrillo Navas que comparto totalmente ya que, como
otros muchos valores, la privacidad anda perdida en la hojarasca de medios que
la allanan sin pudor alguno y con el consiguiente daño que tales licencias
arrastran. Todos, pequeños y mayores, tenemos derecho a que se respeten
aquellas cosas que nos pertenecen y que no deseamos compartir.
El campo de
la educación es tan extenso que por mucho que deseemos alejar nuestra mirada,
jamás alcanzaremos tal horizonte hacia el cual, no obstante, debemos caminar
tanto padres como maestros. De ahí que este valor no solo deba ser discurso
recurrente en determinadas ocasiones sino que hoy día, cuando a todos los
niveles se pisotea la privacidad, tendríamos que estar en trance de alerta
constante para formar a nuestros hijos y alumnos, ya que la violación de este
valor es el “pan nuestro y de cada día” por parte de todos.
No se puede
entrar en una habitación con la puerta cerrada sin llamar previamente y pedir
permiso. Y da igual que sea la de un hermano que la de unos padres o fuera de
casa. No se pueden leer los mensajes del móvil de nadie absolutamente y por
mucha confianza que medie. Tampoco, aunque conozcamos la clave de un
determinado correo electrónico, podemos acceder a él sin permiso. No podemos
registrar cajones, armarios taquillas de alguien por mucha confianza que
tengamos, ni leer cartas, ni cotillear, curiosear y hablar de la vida de los
demás, revelar confidencias y un largo etc.
Vulnerar la
privacidad es humillar, pisotear sin pudor algo tan íntimo y personal como es
este monto.