Hoy, puesto que se aproxima ya la fecha de tu regreso, mi querido nieto Gonzalo, tras seis meses
estudiando y disfrutando de tu merecida beca en
Escocia, siento una inmensa alegría al pensar que en pocos días estarás,
de nuevo, con nosotros.
Seis meses que se nos han hecho muy largos a todos,
especialmente a tus padres, y que si bien es la primera vez que sales lejos
de tu casa, de la familia a la que tanto valoras y quieres, de tus
buenos amigos y, sobre todo, de la vida cómoda donde todo, prácticamente, te lo
has encontrado hecho, has sabido superarte, vencer dificultades, andar solo por
el mundo, en una palabra.
Pero creo, no obstante, que lo más importante, trascendente y ejemplar ha
sido tu convivencia y complicidad con todos pero en especial con esos compañeros japoneses con los que has
compartido prácticamente todo. No tienes ni idea de cómo me he emocionado cada
vez que al referirte a ellos los has llamado hermanos.
Eres todavía muy joven, pero quiero decirte algo que tan solo
deseo sea una sencilla reflexión, más para los mayores que para ti. Cuando en
este mundo los hombres se alejan por razones
variopintas –país, color, idioma, economía, prejuicios, etc. – cuando al
diferente se le discrimina, se le
humilla y hasta medio se le llama basura, tú, en tus pocos años pero en tu gran
sensibilidad e inteligencia, le llamas hermanos, te fotografías abrazados a
ellos y los vives como lo que realmente son: personas con tus mismas
necesidades, alegrías, dolores, problemas… Antes existían grandes fronteras
entre países, hoy las fronteras o fronteritas se han elevado a tal potencia que
entre un reducido grupo de personas, se
alzan como telón de acero que nos separa.
Vivir es algo apasionante, pero lo es más vivir conscientes
de la gran provisionalidad que somos y de cómo tendríamos que respetar, ayudar
y amar al prójimo que, más lejos o más cerca, pisa nuestra misma tierra y tiene
por techo nuestro mismo cielo.
Desde que naciste te he acompañado con mis mejores y sinceras
palabras, hoy no puedo dejar de repetirte, una vez más, cuánto te quiero y
cuánto bueno te espera hacer en el mundo. En unos meses te has adaptado, has
aprendido e intercambiado culturas, has convivido y has hecho amigos de todos
los colores. Te felicito, mi querido Gonzalo, y felicito a tus padres que tanto
han hecho por ti y ¡qué caramba!, yo también me felicito por tener un nieto
como tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario