¡Mirad,mirad cómo llega la luz del alba!
Queridos nietos mayorcillo:
En estas horas de la madrugada en las
que vosotros dormís, y yo,
consciente de la provisionalidad que somos,
trato de empaparme con
los invisibles chubascos de
emoción y ternura que derraman sobre mi alma la frescura
abrasadora de la vida,
cuando se camina de cara a la voz que nos convoca a
todos como única senda, os escribo, mis queridos nietos para hablaros hoy del amor.
Sí, se aproxima el Día de los enamorados, día
que para mí es un invento más del comercio porque el amor, si es de verdad, no
precisa un día de celebración, ya que todos los días son amor para el que ama.
Pero en fin, bueno es para que se hable
del amor en estos tiempos en los que
casi solo se chismorrea acerca de
esta maravilla que puede ser vivir amando, y no siempre a los padres, hermanos
o pareja, sino con una actitud abierta hacia todos.
Por cierto, me decíais un día: Abuela, ¿y
cómo vamos a querer a los demás como a
nuestros padres, por ejemplo, si ni siquiera los conocemos? Y llevabais razón, pero amar al prójimo no es solo sentir
o no sentir cariño, conocerlo o no conocerlo, sino que, dado el caso, sepamos
ponernos en su lugar, comprenderlo, ayudarle, si podemos, como lo haríamos con los seres que de verdad amamos o como
nos gustaría que lo hiciesen con nosotros. ¿Lo
entendéis?
Vivir una historia de amor es un privilegio tal que,
desde mi punto de vista, es lo único que vale la pena en este mundo, pero esa
historia de amor se escribe desde muchas y variadas perspectivas. Lo
importante es dar con la "letra" –con la forma, quiero decir- capaz de escribir páginas hermosas,
impregnadas de amor.
Veréis, el
amor es como una delicada flor que hay que abonar, regar, cuidar de las
excesivas temperaturas, trasplantar, si fuera preciso y, sobre todo, dejar crecer en
libertad porque no hay flor que resista
los caprichos que un mal día se le puedan ocurrir a un mal jardinero. Ni hay
flor que resista la presión, el chantaje de otro amor. La flor del amor sólo se
alimenta de amor.
Y con
esto quiero deciros que están equivocados los que piensan que entre dos o más que se aman, uno tiene que dominar al
otro y exigirle que viva y haga lo que él quiera, Las personas que se aman no
ponen cadenas, ni se fallan, ni se exigen, ni se reprochan: se aceptan y
respetan.
Pero algo más, quiero deciros: El amor es como
un alimento que da fuerzas al alma y así que, como precisamos alimentar todos
los días al cuerpo, hay también que buscar el alimento del alma porque, de lo contrario iremos achicándola y con ella nuestra vida será
como desierto intransitable. Por el contrario, el
amor hará fértil, muy fértil nuestras vidas. No dejéis, mis niños, de beber de
él cada día.
Un día ya no estaré -y no os pongáis tristes porque
es ley de vida- para seguir viendo cómo corren las nubes, para seguir sintiendo
cómo la vida es un ligero paso en el que, a veces perdemos y a veces ganamos, para seguir comprobando
que lo único que vale la pena es el amor que damos y recibimos...
No estaré pero tened la seguridad de que mis ojos
descubrieron horizontes ocultos, mis oídos, palabras silenciadas, mis pasos,
huellas inéditas, mis labios, besos sin destino, mis manos, caricias olvidadas,
mi corazón, latidos de amor.
Y termino, pero no olvidéis esto: Sentir que amamos
y que nos aman será el mejor elixir que nos
mantenga vivos, alegres, ilusionados… ¿Yo? ¡Claro que amo, muchas,
muchas cosas! Al mundo entero y a vosotros, y a vuestros padres y a mis
hermanos, alumnos, amigos… Sí, a los enemigos también. ¡UF! ¡Qué montón de amores tiene la abuela! Besos + besos + más, muchos
más besos
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