La paz y la belleza de un río, de un paisaje,
de cualquier cosa se dan siempre la mano
Mis queridos nietos y nietas:
Para los que ya entendéis muchas cosas, quiero dejaros hoy, Día de la
Paz, algunos pensamientos míos acerca de tan gran valor que
deberíamos rotularnos en la frente como espejo donde
puedan vernos y verse, cuantos seres
humanos encontremos en nuestro diario caminar. ¡Ojala pronto comprobéis que la
paz vive en vosotros. Os quiero y os quiero.
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La paz no es la bandera blanca en un campo de batalla, la paz
no es rendirse ante el enemigo, la paz es, y quiero que lo entendáis bien, tener
el coraje de ganar esas batallitas a las que la vida nos va enfrentando cada
día.
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Vivir en paz, mis queridos
nietos, tampoco en vivir de brazos cruzados viendo cómo pasa la vida, la
paz es una conciencia tranquila de haber hecho y dado cada día, lo mejor de nosotros y si en algo nos
equivocamos o dejamos de hacer, rectificar a tiempo.
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La paz no es una palabra que esperemos les toque
lograr a otros y nos llegue a nosotros, la paz es una actitud, un valor que debemos llevar izados como antorcha en nuestro caminar por la vida.
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Ser pacífico, no solo quiere decir ser tranquilo, sino evitar
la violencia, los enfrentamientos, las palabras duras, las cabezonerías y
discusiones inútiles y tantas y tanas cosas…
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No olvidéis esto: Las páginas escritas en paz y amor, no hay años,
ni acontecimientos que puedan borrar, porque siempre quedan ecos de nuestro vivir y actuar
grabados en el alma.
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Si buscáis la paz y hay que elegir, no dudéis en elegir siempre lo más
bello: acertaréis porque la belleza no puede convivir con la maldad, mentira,
hipocresía, la guerra…
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Para vivir en paz no hay que venderse a nadie. Cuando alguien nos compra, perdemos la
libertad y eso quiere decir que nos veremos obligados a vivir con las exigencias del comprador, algo que sin
duda, nos quitará la paz de nuestros sueños.
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Y para terminar, que no quiero cansaros, ¡y vaya si os cansáis!, os
confieso un secretillo mío.
Si en el momento justo de mi muerte pudiera sentarme frente a este
ordenador, las últimas palabras que desearía escribir serían éstas: Sólo sé que
quise vivir en paz y amar.
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Y para mis chiquitines, este poemilla:
Abuela, dime, ¿qué es la paz?
¿Se compra, se vende, se puede regalar?
No, mi niño, la paz es mucho más.
No se compra ni se vende, pero sí se puede regalar
viviendo con amor, mucho amor, respeto y tolerancia y solidaridad.
Palabras que os hablan, no solo de
vosotros,
sino también, y muchos de los demás.
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