Y aquí os recuerdo a nuestro
querido y particular Papa Noel
de todos los años y que ya prepara los aguinaldos.
Mis queridos nietos y nietas: Se aproxima la Navidad, la Noche Vieja y
Reyes, fiestas que siempre me gustaron
más que ningunas por ser, al menos para nosotros, fiestas de convivencias
familiares que tanto nos gustan a todos pero, más que a nadie a vosotros que,
como todos los niños os sentís felices rodeados de titos, primos y posiblemente
de abuelos.
Por eso, hoy os quiero recomendar algunas cositas de cara a los
abuelos y abuelas que tanta nostalgia y recuerdos les provocan estas fiestas y
que sin embargo, callan, sonríen y obsequian a todos de la mejor manera que
pueden.
Pero hay detallitos que debéis saber para lograr que no solo se sientan
bien, sino muy bien y reconfortados con vuestro cariño, sobre todo, cariño que
a veces no sabemos expresar o expresamos mal.
Bueno, pues si tenéis la dicha de compartir comidas y convivencia con
ellos, no olvidéis estas recomendaciones que os dejo aquí y que, por supuesto, son
válidas no solo para unos días y para vuestros abuelos, sino para todos los
mayores en general y siempre
¡Venga, sacad boli y libreta y vamos
al turroncillo que ya ronda vuestras despensas!
Cuando, por ejemplo, vuestros abuelos siempre,
pero en especial estos días, vayan a vuestras casas a comer o sencillamente a
estar un rato recibidlos con alegría y no os quedéis sentados, mirando, por
ejemplo, a la tele o al móvil como si no hubiese llegado nadie. Salidle al paso, dadle un beso, cededle el
sitio que pueda serles más cómodo, anticipaos a sus necesidades, preguntadle
alguna cosilla que les dé oportunidad de hablar y se olviden de sus años y
ausencias, que serán muchas.
¡Ni se
os ocurra llamarles antiguos si inician algún tema relacionado con el pasado.
Escuchadlos con atención porque en su “mochila” pesa mucho más pasado que
futuro. También en la vuestra de hoy pesa ya el antiguo de ayer.
Si los abuelos comen o conviven en familia, atendedlos de
forma que se sientan unos más, pero con la delicadeza que les haga a un tiempo
sentirse también queridos, deseados, considerados y hasta celebrados. ¿Qué como
se hace eso? El amor, solo el amor, hacia ellos os dictará el cómo. ¿Acaso
necesitáis que se os diga cómo comportaos con ese chico o chica que tanto os gusta y por el que ya sentís
algo más que amistad?
Los
abuelos y abuelas, por lo general, han perdido con el paso de los años, oído,
vista, memoria y muchas más cosas. Así que no le habléis a gritos, ni le
digáis, estás sordo, estás ciego, estás empanado, etc. Bastante tienen con sus
problemas y limitaciones para que alguien se los resalte y recuerde.
No llaméis nunca
viejos a los abuelos por muchos años y achaques que tengan. Vieja puede
ser, por ejemplo, una mesa o una silla porque ya no sirva y halla que
sustituirlas, pero las personas no son sustituibles y mientras vivimos, nos
queda algo por hacer, aunque tan solo sea testimonio para recordar a los jóvenes aquello
de… como te ves, me vi; como me ves, te verás…
Si los abuelos os
recomiendan algo, puede que sus palabras os resulten torpes, puede que no os gusten
o que no os sirvan, pero podéis estar seguros de que las palabras que salen
siempre de sus labios son las mejores
palabras que tienen, impregnadas del mayor amor posible.
Cuando los abuelos, por
ejemplo, os pidan que pongáis la tele más alta,
cuando os pregunten dos veces las mismas cosas o cuando tropiecen, etc.
no exclaméis, como lo hacemos muchas veces, cosas como estas: no oyes, estás
ciego, ya me lo has dicho dos, tres veces, etc. porque con vuestras expresiones
estaréis “tirándole” a la cara, sus evidentes
e inevitables torpezas y solo conseguiréis que se sientan peor de lo que
ya están.
Si los abuelos o alguno de
ellos viven por necesidad de cualquier orden en vuestra casa, pensad que no
solo precisan un plato y una cama, necesitan, sobre todo, su espacio por
pequeño que sea y, a veces, más que espacio físico, se trata de un respeto
absoluto a sus silencios, siestecitas, a sus programas de tele, a su tiempo en
el lavabo e incluso respeto a sus pequeñas manías.
Borrad,borrad, para siempre de vuestros labios, esas horribles palabras que suelen usar los jóvenes, cuando los padres, los abuelos les preguntan algo que no les gusta: ¡que me dejes! Si no queréis hablad de ello, sonreíd y callad que ya es una buena contestación
Y, bueno, que lo dejo hoy,
pero que no hemos terminado. Os espera estos días, especialmente, un buen
chaparrón de consejitos y no os preocupéis del comportamiento de los mayores
que también me encargo de ello en el
Blog que les dedico. ¿Vale?
Besos, besos, muchos besos de
esta abuela que se le queda la boca chica para deciros cuánto os quiere.
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