Gracias, mi querido Javier por este cuentecito
tan precioso qu eme dedicaste un día.
Así serás tú: hombre de paz y de amor por todos. Un beso muy grande.
CUENTO PARA MI ABUELA:
Javier, un niño pacificador
-Cuento de Javier Uceda Azañón-
Esto era una vez una selva donde vivían
muchos animales salvajes, pero el león y el tigre se estaban siempre peleando
porque los dos querían mandar.
Un día, un niño llamado Javier,
que amaba mucho la naturaleza, le dijo a su amigo Carlos:
-Carlos, estoy pensando una cosa
muy guay.
Y Carlos dijo:
-¿Qué cosa estás pensando?
Javier, con cara de miedo para
asustar a Carlos, le contestó:
-Estoy pensando que podríamos
hacer una excursión a la selva para ver a los animales que siempre los vemos en
el zoológico.
-¡Bien! –Dijo Carlos- Pero a mí
me da un poco de miedo.
-Eso es porque eres un miedica,
pero no pasa nada. Así que prepárate que nos vamos.
Los niños prepararon una maleta
con algo de ropa, bocadillos y botellas de agua y se fueron a la selva.
No habían hecho nada más que
llegar cuando oyeron unos fuertes gruñidos que a Carlos le pusieron los pelos
de punta de miedo que le entró.
-¡Ay, mama mía, qué miedo! –Decía
Carlos- Yo me quiero ir a mi casa. ¡Me cago de miedo!
Pero Javier le dijo:
-No pasa nada. Quédate sin
moverte que voy a ver que es eso.
Y Javier se metió entre los
matorrales y vio a un tigre y a un león que se peleaban a muerte, mientras del
cielo empezaban a caer rayos y fuerte
lluvia.
Javier, sin miedo, se acercó a
ellos y les preguntó:
-¿Por qué os peleáis? Eso no
lleva a ninguna parte.
El león dijo:
-Yo quiero mandar porque soy el
más fuerte.
Y el tigre dijo:
-Yo corro más que tú y es por eso
que quiero mandar yo.
Javier les dijo, echándole un
brazo por encima:
-Yo creo que los dos sois unos
mandones. Por eso, lo mejor será que cada semana mande uno, y así los dos
estaréis contentos.
-¡Es verdad! -dijeron el león y
el tigre- No se nos había ocurrido. Eres un niño pacificador. Gracias.
Y Javier, muy contento, se fue en
busca de su amigo Carlos que temblaba de miedo entre las matas escondido.
-¡Ea! –dijo Javier- Ya nos
podemos ir. Hemos hecho una buena acción.
-¿Y no te han picado los
animales? –Preguntó Carlos.
Javier, echándose a reír dijo:
-¡Qué tonto eres! ¿El tigre y el
león pican? ¿Acaso tienen pico como los pollos?
Y los dos niños regresaron a sus
casas felices y sin cesar de dar carcajadas:
¡ja, ja, ja, ja!
Y colorín, colorado
Javier pacificador
Al tigre y al león
Una lección les ha dado.
Y Carlos tontorrón
Pensaba que eran gallinas
El tigre y el león
No hay comentarios:
Publicar un comentario