mis queridos nietos y nietas: hoy quiero que veáis cositas muy bonitas de una página que tengo y que llamo Museo de Creatividad.
Hay muchas cosas, pero las que he puesto hoy, seguro os gustan especialmente. Son ilustraciones de mis alumno sobre el mayo cordobés, nuestro mayo que es música, baile, alegría, flores, etc. pero quiero lo primero de todo que se queden en este blog las imágenes de vuestra prima, hermana y mi nieta Isabel María actuando en el teatro
Y ahora el enlace: no dejéis de verlo
Museo de Creatividad
A mis nietos y nietas
Si a vuestro paso habéis dejado caer alguna
espina, regresad, arrancadla y en su lugar sembrad
una rosa.
Vuestra abuela que os quiere tanto...
viernes, 29 de abril de 2016
jueves, 21 de abril de 2016
Cuento para el Día del Libro
Mis queridos nietos y nietas: un año más llega el gran Día del Libro, y un año más deseo que améis los libros, la lectura, porque un libro es una
caricia para el espíritu, y es un maestro que nos aconseja y enseña, un amigo que
sin interés alguno, estará siempre al alcance de nuestras manos, un libro
es un viaje a otros modos de vida, a
otros paisajes, a otros seres humanos…
Hoy,
para vosotros y para los posibles niños, padres o abuelos, lectores de este blog, un cuento de una de mis obras para niños y mayores.
¡Ah! Y mirad y leed este cartel.
¿Os dice algo?
EL
SOBRE NEGRO
Aquel
día, justo a mis pies, cayó muerta la mirla. Apuntaban los verdes por la
primavera y olores nuevos se habían
entronizado en el aire y como aleluya solemne bandadas de pájaros emigrantes cruzaban los
cielos.
Ellos,
cazadores furtivos, dispararon a la mirla, bello elemento de aquel paisaje que,
como punto negro sobre el limpio cielo, revoloteaba en los alrededores de mi
parcela.
Cayó
fulminante sobre el romero. En el nido, cuatros huevecillos verdes aguardaban
calor y tiempo. Unas lágrimas brotaron
de mis ojos, y mis manos reverentes, fueron caricia para aquel lúgubre evento
que me palpitaba con rabia por los puros
entresijos del alma.
Jarales, tomillos, hinojos, encinas… Y uno,
dos, tres... una bandada de palomos surcaban los cielos en arrullos de
amores y en el silencio de las horas y
en la soledad del lugar.
Atardecía,
cuando, tras depositar el diminuto cuerpo de la mirla y su nido bajo el
madroñal, junto al pino grande, regresé a la ciudad. Tráfico, gente, campanas...
vida. En mi bolsillo, un par de alas
negras, mágico tesoro que, deseaba enarbolar para siempre como glorioso himno a la libertad.
Allí,
al rescoldo de mis sueños, junto a mi almohada, un luminoso y lacrado sobre
negro, como urna sagrada, atalayaba las alas de
la madre mirla Pasó algún tiempo.
Una noche, cuando la luna llena inundaba de macilenta claridad las paredes de mi dormitorio y, cuando ya
el sueño había hecho presa en mis ojos, me despertó un extraño aleteo.
El sobre negro, arrebatado de mi mesita de
noche por un súbito viento, y en
vaporoso zigzag, revoloteaba por la ventana, al tiempo que la sombra
fulgurante de un pájaro negro se alzaba en palpitantes vuelos y se perdía en la espesura de la noche.
Han pasado años, pero todavía me pregunto si
fue un sueño pero, cuando la luna llena inunda mi almohada, a mi corazón
retornan las notas de aquel himno a la libertad que fueron siempre las alas,
cruelmente arrancadas por detractores de
vida, a la madre mirla.
martes, 19 de abril de 2016
Vida más allá del móvil
Queridos nietos: Día, hoy, de
nubes, soledades y dolores, tal vez, buenas o malas noticias, pero un día,
unos minutos para levantar la vista y ver al hermano que, de una manera o de
otra, llama a nuestra puerta.
En mi artículo del Diario Córdoba, hoy, un artículo que os dedico muy especialmente para que le dediquéis unos minutos de lectura y reflexión. Os quiero
DIARIO CÓRDOBA/OPINIÓN
No hay día que pase sin que oigamos por aquí y por allá los problemas que
para todos, pero especialmente para los padres, tiene el uso continuo de
teléfonos móviles por los hijos: vista, columna, cabeza, etc., pero, sobre
todo, la adicción al móvil predispone a una gran falta de atención,
concentración para el estudio e incluso trabajo y así mismo para las relaciones
sociales y cotidianas con el entorno, transformando la vida de los que así
actúan en auténticos autistas.
Es decir, el teléfono móvil se está apartando de su función original, la de
comunicar por voz o texto mensajes necesarios que a modo telegráfico llegan a
su destinatario. El ordenador, el video, el televisor... son
"maquinas" nacidas para ganar tiempo, pero han pasado, como dice
Galeano, a apoderarse del tiempo y, adueñarse de algo dándole un uso indebido,
como bien sabemos, se puede considerar fraude.
Más allá del móvil, les decía en una charla a jóvenes ya mayores, hay vida.
No todo se encierra en la pantalla de nuestro móvil en la creencia de que
llevamos a cuestas lo mejor de la existencia. No, más allá del móvil hay un
mundo globalizado en el que millones de seres humanos sufren toda clase de
vejaciones, pobreza, enfermedades, injusticias, guerras, etc., millones de
seres humanos que solo pueden ver un cielo negro de esperanzas. Más allá del
móvil hay futuro por el que trabajar hoy, en el que hay que prestar ayuda, hoy,
en el que hay que sembrar ilusiones, abrir caminos, traer hijos al mundo, hoy.
La vida es tan corta que, en un abrir y cerrar de ojos, se nos va,
dejándonos tan solo la sombra de un absurda existencia con la vista y la atención perdidas en la
corta pantalla de un móvil y sin mover un dedo a favor del mundo que nos rodea. ¿Qué hacíais cuando
no teníais móviles? --me preguntaba un niño--. Escribíamos cartas, poníamos
telegramas. íbamos a la central telefónica, hablábamos en plazas, calles casas… Sabíamos siempre, y ahí se encierra una
trayectoria de vida, por quién doblaban o repicaban las campanas. Hoy, ni tan siquiera
se oyen, hoy, solo móviles.
Un cuenteara mi abuela
Gracias, mi querido Javier por este cuentecito
tan precioso qu eme dedicaste un día.
Así serás tú: hombre de paz y de amor por todos. Un beso muy grande.
CUENTO PARA MI ABUELA:
Javier, un niño pacificador
-Cuento de Javier Uceda Azañón-
Esto era una vez una selva donde vivían
muchos animales salvajes, pero el león y el tigre se estaban siempre peleando
porque los dos querían mandar.
Un día, un niño llamado Javier,
que amaba mucho la naturaleza, le dijo a su amigo Carlos:
-Carlos, estoy pensando una cosa
muy guay.
Y Carlos dijo:
-¿Qué cosa estás pensando?
Javier, con cara de miedo para
asustar a Carlos, le contestó:
-Estoy pensando que podríamos
hacer una excursión a la selva para ver a los animales que siempre los vemos en
el zoológico.
-¡Bien! –Dijo Carlos- Pero a mí
me da un poco de miedo.
-Eso es porque eres un miedica,
pero no pasa nada. Así que prepárate que nos vamos.
Los niños prepararon una maleta
con algo de ropa, bocadillos y botellas de agua y se fueron a la selva.
No habían hecho nada más que
llegar cuando oyeron unos fuertes gruñidos que a Carlos le pusieron los pelos
de punta de miedo que le entró.
-¡Ay, mama mía, qué miedo! –Decía
Carlos- Yo me quiero ir a mi casa. ¡Me cago de miedo!
Pero Javier le dijo:
-No pasa nada. Quédate sin
moverte que voy a ver que es eso.
Y Javier se metió entre los
matorrales y vio a un tigre y a un león que se peleaban a muerte, mientras del
cielo empezaban a caer rayos y fuerte
lluvia.
Javier, sin miedo, se acercó a
ellos y les preguntó:
-¿Por qué os peleáis? Eso no
lleva a ninguna parte.
El león dijo:
-Yo quiero mandar porque soy el
más fuerte.
Y el tigre dijo:
-Yo corro más que tú y es por eso
que quiero mandar yo.
Javier les dijo, echándole un
brazo por encima:
-Yo creo que los dos sois unos
mandones. Por eso, lo mejor será que cada semana mande uno, y así los dos
estaréis contentos.
-¡Es verdad! -dijeron el león y
el tigre- No se nos había ocurrido. Eres un niño pacificador. Gracias.
Y Javier, muy contento, se fue en
busca de su amigo Carlos que temblaba de miedo entre las matas escondido.
-¡Ea! –dijo Javier- Ya nos
podemos ir. Hemos hecho una buena acción.
-¿Y no te han picado los
animales? –Preguntó Carlos.
Javier, echándose a reír dijo:
-¡Qué tonto eres! ¿El tigre y el
león pican? ¿Acaso tienen pico como los pollos?
Y los dos niños regresaron a sus
casas felices y sin cesar de dar carcajadas:
¡ja, ja, ja, ja!
Y colorín, colorado
Javier pacificador
Al tigre y al león
Una lección les ha dado.
Y Carlos tontorrón
Pensaba que eran gallinas
El tigre y el león
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