Con este sencillo cuento quiero que recordemos al abuelo Mariano Fue un hombre sencillo de grandes valores pero fue, sobre todo, un buen padre y seguro habría sido un fabuloso y divertido abuelo.
Un padre, de avanzada edad, y su hijo, en el fragor
de la juventud, corrían por un parque.
El hijo, en clara y amplia ventaja, dejó muy atrás
al padre que, con grandes dificultades, trataba de hacer el circuito.
El hijo, que iba delante, tropezó con una gran
piedra hallada en medio del camino. Tras un doloroso traspiés, exclamó: ¡Maldita..! Y prosiguió su carrera.
Cuando el padre llegó al lugar donde estaba la
piedra, tropezó y cayó, lastimándose un tobillo.
No obstante, medio a rastras, empujó y empujó a la piedra, hasta apartarla del camino. En su interior se decía: No vaya a ser que tropiece con ella mi hijo y se lastime.
No obstante, medio a rastras, empujó y empujó a la piedra, hasta apartarla del camino. En su interior se decía: No vaya a ser que tropiece con ella mi hijo y se lastime.
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