Este precioso belén lo ha hecho la tita Isa.Todo está hecho a mano. Así que aprended.
Queridos nietos y nietas:
Hoy, una leyenda de Navidad que he escrio para vosotros y para todos los niños. Prended en ella como los mayores, por
ancianos que os parezcan siempre, siempre nos pueden aportar algo, aunque sea,
como en el cuento, su “aliento”
Podéis preparadlo, si tenéis
tiempo, para escenificarlo en Navidad.
Un hombre que en el campo
trabajaba / con una mula y un buey se ayudaba / pero los dos animales,
ancianitos ya estaban / y las patas se le doblaban / a cada paso que daban.
¡Lo
siento, amiguitos! –dijo un día-. / No me servís ya para trabajar. / Tendré que
llevaros al matadero / y algún dinerillo por vosotros me darán. / No tengo
medios para viejecitos alimentar.
Al ser de día, en la cuadra entró / y antes
de salir, de nuevo les habló: Queridos animalitos: os debo mucho / tengo que reconocer
/ cada día me habéis ayudado / en mi duro quehacer. / Podréis por ello
comprender / qué difícil me resulta esta decisión / pero no me queda otra. /
También sabéis que mal anda mi corazón. / No puedo trabajar solo / quiero,
necesito, otra solución
Y dicho esto, a la mula y al buey en un
carrito cargó / y pasito a pasito / a las cercanías de un pueblo llegó / y
sentándose en una piedra, se hizo esta reflexión: ¿Dos animales tan viejos
quién me va a comprar? No sirven ni para carne, ni para trabajar / Será mejor
que los deje en libertad / que hagan lo que puedan / y Dios les ayudará.
Y
bajándolos del carro de ellos se despidió. ¡Ea, aquí termina nuestra aventura!
/ Tenéis plena libertad / que habéis trabajado mucho / y de ella debéis
disfrutar. / ¡Adiós, queridos amigos! / Os deseo encontréis algo de
felicidad.
Y anochecía, cuando el hombre se alejaba / y los dos animalitos uno
a otro se miraban. Al fin la mulita habló: ¿Y qué podemos hacer? / Para nada
servimos ya / tendremos que caminar / y buscar un refugio / donde la noche
pasar.
¡Sí, sí, qué frío hace en este lugar! –exclamó el buey- / Pero, ¡qué
cansado estoy! / Muy lejos no podré llegar. ¡Ánimo, amigo! Despacito vamos a
caminar / seguro que encontramos / dónde la noche pasar.
Mal andaban los dos /
cuando, con la luna llena / divisaron un portal. /Era un abandonado cobertizo /
con paja y poco más.
¡Vaya! –dijo la mulita-. ¡No está mal este lugar / los dos
juntitos nos daremos calor / Y ya buscaremos mejor sitio / cuando salga el sol.
¡Vale, vale! -contestó muy cansado el buey-./ No está mal / me muero de sueño /
y mis patas no pueden más.
Y acurrucados y adormilados estaban / cuando oyeron
que un murmullo de pasos se acercaba. / Con las orejas tiesas / en alarma
estaban / cuando vieron llegar / a un matrimonio que en borriquilla montaban /
y que despacito entre ellos hablaban.
¿Qué te parece, María, este lugar? ¡No
está mal, José! En esta pajita nuestro niño nacerá Y estos dos animalitos / con
su aliento calentarán.
¿Has oído, hermano buey –dijo la mulita-, lo que he oído
yo? ¡Sí, sí! Creo que he oído bien, / que un niño nacerá / y que tú y yo con
nuestro aliento / vamos a calentar.
Y nació Jesús, nuestro Salvador / La mulita
y el buey su aliento dieron / y el portal se iluminó con estrellas caídas del
cielo. / Ángeles, pastores y Magos al Niño regalaron y los niños a coro este
villancico cantaron:
En el portal de Belén / ha
nacido el Salvador / ha nacido nuestro rey / lo calientan con su aliento / la
mulita y el buey / ¡Ande, ande, ande, ande, / la marimorena / ande ande, ande
que es la Noche Buena. Noche de saber / noche de cantar / que para prestar
ayuda no existe edad.
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