Si esta amapola, primera que encuentro esta primavera, ha resucitado de los rigores del invierno, ¿cómo no resucitar nosotros?
No quiero dejar pasar el día que fue el final de la
Semana Santa. me refiero al Domingo de Resurrección. De sobra sé que
todos me vais a decir: ¡Abuela, que eso de que Jesús resucitó es un
cuento!
Y yo para nada voy a entrar en ese tipo de polémica: Pues,
eso, que de alguna manera lo que deseáis es que os diga que sí y os lo demuestre porque de otra
manera no lo creéis, y yo no soy tan poderosa, ni tan sabia, ni creo que haya
en el mundo alguien capaz de demostrar algo así.
Pero sí hay una resurrección que es de la que yo quiero
hablaros a propósito de esta Pascua de Resurrección. Se trata, sí, de la
capacidad que tenemos todos para levantarnos, cuando nos creemos perdidos para
siempre.
¿Qué cuando pasa eso? ¡Ea, pues escuchad, leed
mis consejitos de hoy.
Hay veces en la vida, que ojala tardéis años en
conocer, en las que, por ejemplo, la pérdida de un ser querido, es mucho peor
que la propia muerte y si bien, al principio uno se queda, pues, así, como
muerto, hay que sacar fuerzas y volved a la vida porque alrededor nuestro, y
aunque pueda darse el caso de que no lo sepamos, hay mucha gente que nos
necesita, que su vida y la nuestra puede ser como un pequeño
puente y si se rompe, no servirá a nadie para cruzar de orilla a orilla.
¿Entendéis? Creo que regulín.
Otras veces, por alguna razón conocida o desconocida, podemos
caer en el profundo pozo de la depresión del que uno cree no poder salir jamás
y, el sufrimiento es tal que es también peor que la muerte. De ahí que mucha gente se suicida, pero yo os digo,
porque lo he sufrido, que sí, que se puede resucitar y salir a la luz, pero
hace falta un esfuerzo que viene a ser como a levantar la lápida que nos
entierra vivos y salir fuera.
Pero creo que os estoy hablando de grandes “resurrecciones”,
cuando hay, cada día, cientos de ocasiones
para resucitar lo que equivale a echarle valor a la vida y tirar para
adelante con algo, como mínimo, de ilusión. Por ejemplo, de la pereza al
levantarnos y pensar en los colegios, en los estudios, etc.
También hay que resucitar, y os repito que cuando digo
resucitar es echarle valor a la vida, cuando, por ejemplo, os podáis sentir
desilusionados, frustrados por algo. No vale pensar o decir: todo es mentira; se acabó, por ejemplo,
la amistad, el estudio, el esfuerzo, la
verdad, la justicia, etc. Y digo que no vale porque hay que hacer el esfuerzo
de perdonar, olvidar y empezar…
¿Mas resurrecciones? ¡Claro que sí! El ser cada día mejores
personas, más cercanas y útiles a los demás.
En definitiva, y ya termino: La vida es como un rodar y
rodar, pero se puede rodar como bola de nieve que va creciendo con el rodaje o
como rueda de carro que se va desgastando hasta no servir ni para el fuego.
¡Ojala un día entendáis el alcance de mis consejitos, hoy!
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