¡Claro que tiene sentido la belleza de esta mi malva real!
CUÁL
ES EL SENTIDO DE LA VIDA, ABUELA
¡Vaya
con la preguntita! Pero no os preocupéis que aquí está vuestra abuela, tratando
de ayudaros desde mi ordenador y desde la ventaja que me dan los años, el
estudio, la comprensión y todas esas cosas que os hacen recurrir a mí en
momentos de dificultad.
Bueno, pues, ¡venga! os lo voy a dar “masticadito”
y todo.
En
una ocasión pregunté a mis alumnos cuál pensaba que era la finalidad, el
sentido de vestirnos, usar zapatos, etc. Y la
pregunta, aunque parezca casi tonta, me llevó a dónde yo quería. Veréis: unos
contestaron que era para taparnos el cuerpo; otros que para quitarnos el frío o el calor;
otros, para evitar resfriarnos; otros, para presumir… En fin, casi tantas respuestas
como alumnos.
Y
os estaréis diciendo: ¿y qué tiene que
ver esto con nuestra pregunta? Pues
tiene mucho que ver y vamos a verlo.
Todavía
puede que no hayáis pensado que una de las más grandes tareas o aventuras que
se le presenta al ser humano es la de encontrarle sentido a la vida. Puede, eso
sí, que hayáis oído a algún mayor que esté de bajón, exclamar cosas como esta: ¡la vida no tiene sentido! Y con eso
está queriendo decir que es algo que no sirve, que no tiene explicación, etc.
Parecido, por ejemplo, al poco sentido que tendría que nos acostáramos con el
mando de la tele entre las manos.
Pero
la vida sí tiene sentido. Sucede que nos
corresponde a cada uno buscarlo de acuerdo con lo que individualmente somos,
creemos, pensamos, etc. y si logramos encontrarlo será más útil para nosotros y
para los demás, nuestro paso por el mundo. Para mis alumnas, cada una de sus
respuestas daba particular sentido el
hecho de vestirnos. A ninguna se le ocurrio pensar que no tenía explicación
alguna.
Es decir, resumiendo esta primera cuestión:
La vida sí tiene sentido, pero no único, puesto que
todos somos diferentes. Luego nos
corresponde a cada uno buscarlo y
encontrarlo.
¿Y CÓMO SE BUSCA Y CÓMO SE ENCUENTRA?
¡A eso vamos ahora, preguntones!
Os he dicho antes que puede que todavía no os hayan
asaltado interrogantes como éstas: ¿Qué
vine a hacer al mundo? ¿Por qué me tengo que morir? ¿Para qué sirve vivir? ¿Por
qué sufrimos dolores? Y muchas más. Y cuando esas preguntas llegan, queremos
respuestas urgentes y contundentes, pero eso sí que no lo vais a encontrar.
Sucede como en el ejemplo de mis alumnas y la pregunta que les hice. Ya os lo
he dicho: no todas pensaban de la misma manera acerca del por qué usar ropa
para cubrir nuestro cuerpo. En esta pregunta, cuál es el sentido de la vida, del dolor, de la muerte, etc. según a quién le preguntéis, tendréis distintas respuestas. ¿Os contestaría lo
mismo un religioso que un ateo?, por ejemplo. ¿A que no? ¿A qué sus respuestas tal vez no os
servirían?
Es decir, a cada ser humano le toca encontrar sus propias
respuestas, a cada cual le toca descubrir su propia verdad. Lo que es útil para
uno puede no tener sentido para otro, y lo que es significativo para este
último puede carecer de valor para el primero.
Para mucha personas, el sentido de la vida lo encuentran
en acumular riquezas; para otras, en
lograr poder; para otras la fe en Dios y en otra vida; para otras, el comer
y el beber, viajar, correr riesgos, conocer mundo. Para otras servir a los más
necesitados en misiones y en lugares de pobreza y, ¡bueno, bueno!, el sentido de
la vida, el dar respuestas a las importantes interrogantes que nos hacemos
tiene tantas respuestas como personas.
Pero también hay quién dice: ¡pegos, tonterías de los filósofos! Y prefieren no pensar y pasar
de todo dándose la gran vida, la mejor que puedan, pero, ¿sabéis que sucede? Pues, eso, que se
va creando en su interior un gran vacío que, antes o después, les pasará factura, cuando se encuentre que no tienen respuestas para sucesos inevitables.
Resumiendo esta segunda cuestión:
El sentido de la vida se busca, tratando de dar
respuestas a las grandes interrogantes que inevitablemente nos plantearemos, antes o después, y se
encuentra con el conocimiento íntimo de nosotros mismos, de nuestras
capacidades, ambiciones, deseos, etc.
¿Y qué me decís? ¿Lo habéis entendido?
Son muchas más las cosas que se pueden añadir pero quiero que, al menos, aprendáis lo elemental.
¿Vale?
¡Lo sé, lo sé! Ahora, viene lo mejor,
lo que más os gusta: saber qué pienso yo de todo y, en este caso, la pregunta
la oigo aquí, en la soledad de la hora y
ante mi pantalla de ordenador: ¿Cuál es tu sentido de la vida, abuela?
¡Claro que os contesto! Veréis, tal vez
sea un privilegio o puede que para alguien una equivocación, pero la vida para
mí está lleno de sentidos. En
general, mis hijos, mi escuela, mis
libros, mis fotos… En otro orden de cosas, el aprender constante y renovarme, el crear lo que sea,
el reivindicar justicia, el estar al lado de los marginados y pobres de este
mundo. De hecho, en mis tiempos jóvenes, quise ser misionera e irme por ahí
lejos. Hoy estoy convencida que para eso no hay que ir ni aquí ni allí, sino
mirar y ver qué sucede a nuestro alrededor y arrimar el hombro en lo que se
pueda, pero lo importante para mí, siempre, ha sido encontrar placer en las cosas pequeñas de cada día. De vez en cuando, y vosotros lo sabéis, tengo también bajones porque soy humana, pero echo mano de mis respuestas y, ¡hala, a venirme arriba!
¡Ah! Y un sentido muy importante,
vosotros, canallas, que me traéis de cabeza con vuestras preguntas y sobre
todo, con el cariño que os tengo. ¡Anda que no tiene sentido la vida! Pero yo
también os hago una pregunta: ¿Cuál queréis que sea el vuestro? No vale decir: Tirad los libros de texto e irnos a la playa. Eso llegará, pero ahora es lo que toca y por ahí debéis empezar a dar sentido a vuestra vida y gracias a vuestros padres que os ayudan en todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario